LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO EN ROMA
Doble mayor
(ornamentos blancos)
Nada temáis a los que matan el cuerpo
y no pueden matar el alma: temed antes
al que puede arrojar alma y cuerpo en el infierno.
(Mateo 10, 28)
Lección
Pedro, apóstol de Jesucristo, a los advenedizos de la diáspora en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos conforme a la presciencia de Dios Padre, por la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: gracia y paz os sean dadas en abundancia. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que, según la abundancia de su misericordia, nos ha engendrado de nuevo para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos; para una herencia que no puede corromperse, ni mancharse, ni marchitarse, y que está reservada en los cielos para vosotros los que, por el poder de Dios, sois guardados mediante la fe para la salvación que está a punto de manifestarse en (este) último tiempo. En lo cual os llenáis de gozo, bien que ahora, por un poco de tiempo seáis, si es menester, apenados por varias pruebas; a fin de que vuestra fe, saliendo de la prueba mucho más preciosa que el oro perecedero –que también se acrisola por el fuego– redunde en alabanza, gloria y honor cuando aparezca Jesucristo.
I Pedro I, 1-7
Evangelio
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos la siguiente parábola: “El reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Habiendo convenido con los obreros en un denario por día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercera, vio a otros que estaban de pie, en la plaza, sin hacer nada. Y les dijo: ‘Id vosotros también a mi viña, y os daré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Saliendo otra vez a la sexta y a la novena hora, hizo lo mismo. Saliendo todavía a eso de la hora undécima, encontró otros que estaban allí, y les dijo: ‘¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?’. Dijéronle: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Les dijo: ‘Id vosotros también a la viña’. Llegada la tarde, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: ‘Llama a los obreros, y págales el jornal, comenzando por los últimos, hasta los primeros’. Vinieron, pues, los de la hora undécima, y recibieron cada uno un denario. Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero ellos también recibieron cada uno un denario. Y al tomarlo, murmuraban contra el dueño de casa, y decían: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y los tratas como a nosotros, que hemos soportado el peso del día y el calor’. Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago injuria. ¿No conviniste conmigo en un denario? Toma, pues, lo que te toca, y vete. Mas yo quiero dar a este último tanto como a ti. ¿No me es permitido, con lo que es mío, hacer lo que me place? ¿O has de ser tú envidioso, porque yo soy bueno?’. Así los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”.
Mateo XX, 1-16
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)