Martirologio romano
En Jerusalén, el triunfo de san Simeón, obispo y mártir, de quien es tradición fue hijo de Cleofás, y pariente del Salvador, según la carne. Ordenado obispo de Jerusalén después de Santiago, el llamado hermano del Señor, y sufridos, en la persecución de Trajano, muchos tormentos, consumó el martirio, admirándose todos los presentes, y hasta el mismo juez, de ver un anciano de ciento veinte años sufrir con tanta fortaleza y constancia el suplicio de la cruz.
En Ostia del Tíber, los santos mártires Máximo y Claudio, hermanos, y Prepedigna, mujer de Claudio, con dos hijos, Alejandro y Cucia, todos de muy esclarecido linaje; los cuales, por orden de Diocleciano, fueron presos y desterrados, y, por fin, quemados en la hoguera, ofrecieron a Dios, en suave olor, el sacrificio del martirio. Sus reliquias, arrojadas al río y buscadas con suma diligencia por los cristianos, recibieron sepultura junto a la misma ciudad.
En África, los santos mártires Lucio, Silvano, Rútulo, Clásico, Secundino, Frúctulo y Máximo.
En Constantinopla, san Flaviano, obispo, que, por defender la fe católica en Éfeso, fue herido a puñadas y coces por la facción del impío Dióscoro, y, arrojado al destierro, a los tres días terminó allí mismo la vida.
En Toledo de España, san Eladio, obispo y confesor, a quien san Ildefonso, obispo Toledano, celebra con muchas alabanzas.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.