OCTAVA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
Apóstoles
Doble mayor
(ornamentos encarnados)
“Los constituirás príncipes sobre toda la tierra,
se acordarán de tu nombre, oh Señor,
por todas las generaciones”.
(Salmos XLIV, 17-18)
Epístola
En aquellos días: Hacíanse por manos de los apóstoles muchos milagros y prodigios en el pueblo; y todos se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón. De los demás nadie se atrevía a juntarse con ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima. Agregáronse todavía más creyentes al Señor, muchedumbre de hombres y mujeres, de tal manera que sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en camillas y lechos, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cayese sobre uno de ellos. Concurría también mucha gente de las ciudades vecinas de Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos, los cuales eran sanados todos.
Hechos V, 12-16
Evangelio
En aquel tiempo: Jesús obligó a sus discípulos a reembarcarse, precediéndole, a la ribera opuesta, mientras Él despedía a la muchedumbre. Despedido que hubo a las multitudes, subió a la montaña para orar aparte, y caída ya la tarde, estaba allí solo. Mas, estando la barca muchos estadios lejos de la orilla, era combatida por las olas, porque el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino a ellos, caminando sobre el mar. Mas los discípulos viéndolo andar sobre el mar, se turbaron diciendo: Es un fantasma; y en su miedo, se pusieron a gritar. Pero en seguida les habló Jesús y dijo: “¡Animo! soy Yo. No temáis”. Entonces, respondió Pedro y le dijo: “Señor, si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas”. Él le dijo: “¡Ven!”. Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvame!”. Al punto Jesús tendió la mano, y asió de él diciéndole: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”. Y cuando subieron a la barca, el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca se prosternaron ante Él diciendo: “Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios”.
Mateo XIV, 22-33
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)