SAN BONIFACIO
Obispo y mártir
Doble
(ornamentos encarnados)
Quien ama al padre o la madre más que a mí, no es digno de mí;
quien ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
(Mateo 10, 37)
Lección
Alabemos a los varones ilustres, a nuestros mayores, a los que debemos el ser. Cosas muy gloriosas obró el Señor por su magnificencia con ellos desde el principio del mundo. Gobernaron sus estados, fueron hombres grandes en valor, y adornados de prudencia; y como profetas que eran, hicieron conocer la dignidad de profeta. Gobernaron al pueblo de su tiempo con la virtud de la prudencia, dando muy santas instrucciones a sus súbditos. Con su habilidad inventaron tonos musicales y compusieron los cánticos de las Escrituras. Hombres ricos en virtudes, solícitos del decoro, pacíficos en sus casas. Todos éstos alcanzaron gloria, en los tiempos de su pueblo, y eran honrados en su siglo. Los que de ellos nacieron, dejaron un nombre que hace recordar sus alabanzas. Mas hay de quienes no queda memoria, que perecieron como si nunca hubieran existido. Nacieron como si no hubiesen nacido, así ellos como sus hijos. Pero aquellos fueron varones misericordiosos, y su piedad no salió fallida. En su descendencia permanecen sus bienes. Sus nietos son una sucesión santa, y su posteridad se mantuvo constante en las alianzas. Por el mérito suyo durará para siempre su descendencia; nunca perecerá su gloria. Sepultados en paz fueron sus cuerpos; y vive su nombre por todos los siglos. Celebren los pueblos su sabiduría, y repítanse sus alabanzas en la Iglesia.
Eclesiástico XLIV, 1-15
Evangelio
En aquel tiempo: Viendo Jesús a la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”.
Mateo V, 1-12
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)