LUNES DE PASIÓN
Simple
(ornamentos morados)
“Escucha, oh Dios, mi oración;
presta oído a las palabras de mi boca”.
(Salmos LIII, 4)
Lección
En aquellos días: Habló el Señor por segunda a Jonás diciéndole: “Levántate y ve a Nínive, la ciudad grande, y predica en ella el mensaje que Yo te diré”. Jonás se levantó, y marchó a Nínive, según la orden de Yahvé. Era Nínive una ciudad grande delante de Dios, de (una dimensión de) tres días de camino. Comenzó Jonás a penetrar en la ciudad, y caminando un día entero predicaba, diciendo: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.” Y los ninivitas creyeron en Dios; promulgaron un ayuno y se vistieron de cilicios, desde los grandes hasta los chicos. Llegó la noticia también al rey de Nínive; el cual se levantó de su trono, se despojó de su vestidura, se cubrió de saco y se sentó sobre ceniza. Y por decreto del rey y de sus grandes, se publicó en Nínive esta proclamación: “Ni hombres ni bestias, ni bueyes, ni ovejas gusten cosa alguna; no salgan a pacer ni beban agua. Cúbranse de saco hombres y bestias, y clamen con ahínco a Dios; y conviértase cada uno de su mal camino y de las injusticias de sus manos. Pues bien puede ser que Dios cambie su designio y se arrepienta, dejando el furor de su ira, de suerte que no perezcamos”. Y vio Dios lo que hicieron, cómo se volvieron de su mal camino y arrepintiéndose Dios del mal con que los había conminado, no lo llevó a cabo.
Jonás III, 1-10
Evangelio
En aquel tiempo: Los fariseos y los príncipes de los sumos sacerdotes enviaron ministros para prenderlo. Entonces Jesús dijo: “Por un poco de tiempo todavía estoy con vosotros; después me voy a Aquel que me envió. Me buscaréis y no me encontraréis, porque donde Yo estaré, vosotros no podéis ir”. Entonces los judíos se dijeron unos a otros: “¿Adónde, pues, ha de ir, que nosotros no lo encontraremos? ¿Irá a los que están dispersos entre los griegos o irá a enseñar a los griegos? ¿Qué significan las palabras que acaba de decir: Me buscaréis y no me encontraréis, y donde Yo estaré, vosotros no podéis ir?”. Ahora bien, el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús poniéndose de pie, clamó: “Si alguno tiene sed venga a Mí, y beba quien cree en Mí. Como ha dicho la Escritura: ‘de su seno manarán torrentes de agua viva’”. Dijo esto del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él: pues aún no había Espíritu, por cuanto Jesús no había sido todavía glorificado.
Juan VII, 32-39
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)