Santo Evangelio del Día: 17 de febrero

 

Miércoles de Ceniza

SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA

Simple
(ornamentos morados)

“Una cosa he pedido al Señor y seguiré
buscando: morar en la casa del Señor”.
(Salmos XXVI, 4)

 

Lección

Esto dice el Señor: Clamarás, y el Señor te responderá; y si pides auxilio dirá: “Heme aquí”, con tal que apartes de en medio de ti el yugo y ceses de extender el dedo y hablar maldad. Cuando abras tus entrañas al hambriento, y sacies al alma afligida, nacerá tu luz en medio de las tinieblas, y tu obscuridad será como el mediodía. Entonces el Señor te guiará sin cesar, hartará tu alma en tierra árida, y dará fuerza a tus huesos; serás como huerto regado, y como manantial de agua, cuyas aguas nunca se agotan. Edificarás las ruinas antiguas; levantarás los cimientos echados hace muchas generaciones; serás llamado reparador de brechas, restaurador de caminos para que allí se pueda habitar. Cuando te abstengas de caminar en sábado, y de hacer tu gusto en mi día santo; cuando llames al sábado (día de) delicias, (día) venerable y santo al Señor, dejando tus caminos, y no buscando tu propio placer ni hablando cosas vanas, entonces hallarás tu delicia en el Señor; te elevaré sobre las alturas de la tierra, y te sustentaré con la herencia de tu padre Jacob; porque la boca del Señor ha hablado.

Isaías LVIII, 9-14

Evangelio

En aquel tiempo: Cuando llegó la noche, la barca estaba en medio del mar, y Él solo en tierra. Y viendo que ellos hacían esfuerzos penosos por avanzar, porque el viento les era contrario, vino hacia ellos, cerca de la cuarta vela de la noche, andando sobre el mar, y parecía querer pasarlos de largo. Pero ellos, al verlo andando sobre el mar, creyeron que era un fantasma y gritaron; porque todos lo vieron y se sobresaltaron. Mas Él, al instante, les habló y les dijo: “¡Animo! soy Yo. No tengáis miedo”. Subió entonces con ellos a la barca, y se calmó el viento. Y la extrañeza de ellos llegó a su colmo. Es que no habían comprendido lo de los panes, porque sus corazones estaban endurecidos. Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret, y atracaron. Apenas salieron de la barca, lo conocieron, y recorrieron toda esa región; y empezaron a transportar en camillas los enfermos a los lugares donde oían que Él estaba. Y en todas partes adonde entraba: aldeas, ciudades, granjas, colocaban a los enfermos en las plazas, y le suplicaban que los dejasen tocar aunque no fuese más que la franja de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban sanos.

Marcos VI, 47-56

Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)

Utilizamos cookies en nuestro sitio web

Por favor confirme que acepta nuestras cookies de seguimiento. También puede rechazar el seguimiento para que pueda seguir vistiando nuestro sitio web sin que ningún dato sea enviado a servicios de terceros.