Santo Evangelio del Día: 24 de septiembre

Septiembre 24

NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

Doble mayor
(ornamentos blancos)

Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia:
a fin de alcanzar misericordia, y hallar gracia
para ser socorridos en tiempo oportuno.

(Hebreos 4, 16)

Epístola

Yo soy el narciso de Sarón, el lirio de los valles. —Como el lirio entre los cardos, así mi amada entre las mozas. —Como el manzano entre los árboles silvestres, así mi amado entre los mozos. A su sombra apetecida estoy sentada, y su fruto me es dulce al paladar. Me ha llevado a la bodega, y el pendón que enarbola sobre mí es Amor. Confortadme con pasteles de pasas, con manzanas reanimadme, que enferma estoy de amor. Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza. —Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas, por las ciervas del campo, no despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca. ¡La voz de mi amado! Helo aquí que ya viene, saltando por los montes, brincando por los collados. Semejante es mi amado a una gacela, o un joven cervatillo. Vedle ya que se para detrás de nuestra cerca, mira por las ventanas, atisba por las rejas. Empieza a hablar mi amado, y me dice: “Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente. Porque, mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Aparecen las flores en la tierra, el tiempo de las canciones es llegado, se oye el arrullo de la tórtola en nuestra tierra. Echa la higuera sus yemas, y las viñas en cierne exhalan su fragancia. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente! Paloma mía, en las grietas de la roca, en escarpados escondrijos, muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y gracioso tu semblante”.

Cantar de los Cantares II, 1.-14

Evangelio

En aquel tiempo: Dijo Jesús a las turbas esta parábola: “El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?’. Él les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto’. Dícenle los siervos: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?’. Díceles: ‘No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero’”.

San Mateo XIII, 24-30

Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)

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