SÁBADO DENTRO DE LA OCTAVA DE LA ASCENSIÓN
Semidoble
(Ornamentos blancos)
“Yo soy el buen pastor: y conozco a mis ovejas
y las ovejas mías me conocen a mí”.
(Juan X, 14)
Lección
El primer libro, oh Teófilo, hemos escrito acerca de todas las cosas desde que Jesús comenzó a obrar y enseñar, hasta el día en que fue recibido en lo alto, después de haber instruido por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a los cuales también se mostró vivo después de su pasión, dándoles muchas pruebas, siendo visto de ellos por espacio de cuarenta días y hablando de las cosas del reino de Dios. Comiendo con ellos, les mandó no apartarse de Jerusalén, sino esperar la promesa del Padre, la cual (dijo) oísteis de mi boca. Porque Juan bautizó con agua, mas vosotros habéis de ser bautizados en Espíritu Santo, no muchos días después de éstos. Ellos entonces, habiéndose reunido, le preguntaron, diciendo: “Señor, ¿es éste el tiempo en que restableces el reino para Israel?”. Mas Él les respondió: “No os corresponde conocer tiempos y ocasiones que el Padre ha fijado con su propia autoridad; recibiréis, sí, potestad, cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaria, y hasta los extremos de la tierra”. Dicho esto, fue elevado, viéndolo ellos, y una nube lo recibió (quitándolo) de sus ojos. Y como ellos fijaron sus miradas en el cielo, mientras Él se alejaba, he aquí que dos varones, vestidos de blanco, se les habían puesto al lado, los cuales les dijeron: “Varones de Galilea, ¿por qué quedáis aquí mirando al cielo? Este Jesús que de en medio de vosotros ha sido recogido en el cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto ir al cielo”.
Hechos I, 1-11
Evangelio
En aquel tiempo: Apareció Jesús a los once mientras comían y les echó en cara su falta de fe y dureza de corazón porque no habían creído a los que lo habían visto a Él resucitado de entre los muertos. Y les dijo: “Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; mas, quien no creyere, será condenado. Y he aquí los milagros que acompañarán a los que creyeren: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán las serpientes; y si bebieren algo mortífero no les hará daño alguno; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”. Y el Señor Jesús, después de hablarles, fue arrebatado al cielo, y se sentó a la diestra de asistiéndolos el Señor y confirmando la palabra con los milagros que la acompañaban.
Marcos XVI, 14-20
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)