LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Doble de primera clase
(ornamentos blancos)
“Bajó del cielo un Ángel del Señor y dijo a las mujeres:
Ha resucitado aquél a quien buscáis, según ya lo predijo”.
(Mateo XXVIII, 2,5-6)
Lección
En aquellos días: Estando Pedro de pie en medio del pueblo, dijo: “Hermanos: Vosotros no ignoráis las cosas que han acontecido en toda la Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y poder a Jesús de Nazaret, el cual iba de lugar en lugar, haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén (ese Jesús), a quien también dieron muerte colgándolo de un madero; pero Dios le resucitó al tercer día y le dio que se mostrase manifiesto, no a todo el pueblo, sino a nosotros los testigos predestinados por Dios, los que hemos comido y bebido con Él después de su resurrección de entre los muertos. Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Éste es Aquel que ha sido destinado por Dios a ser juez de los vivos y de los muertos. De Éste dan testimonio todos los profetas (diciendo) que cuantos crean en Él, recibirán remisión de los pecados por su nombre”.
Hechos, X, 37-43
Evangelio
En aquel tiempo: Dos de los discípulos se dirigían a una aldea, llamada Emaús, a ciento sesenta estadios de Jerusalén. E iban comentando entre sí todos estos acontecimientos. Y sucedió que, mientras ellos platicaban y discutían, Jesús mismo se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban deslumbrados para que no lo conociesen. Y les dijo: “¿Qué palabras son éstas que tratáis entre vosotros andando?”. Y se detuvieron con los rostros entristecidos. Uno, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres Tú el único peregrino, que estando en Jerusalén, no sabes lo que ha sucedido en ella en estos días?”. Les dijo: “¿Qué cosas?”. Y ellos: “Lo de Jesús el Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo lo entregaron nuestros sumos sacerdotes y nuestros magistrados para ser condenado a muerte, y lo crucificaron. Nosotros, a la verdad, esperábamos que fuera Él, aquel que habría de librar a Israel. Pero, con todo, ya es el tercer día desde que sucedieron estas cosas. Y todavía más, algunas mujeres de los nuestros nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo se volvieron, diciendo también que ellas habían tenido una visión de ángeles, los que dicen que Él está vivo. Algunos de los que están con nosotros han ido al sepulcro, y han encontrado las cosas como las mujeres habían dicho; pero a Él no lo han visto”. Entonces les dijo: “¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿No era necesario que el Cristo sufriese así para entrar en su gloria?”. Y comenzando por Moisés, y por todos los profetas, les hizo hermenéutica de lo que en todas las Escrituras había acerca de Él. Se aproximaron a la aldea a donde iban, y Él hizo ademán de ir más lejos. Pero ellos le hicieron fuerza, diciendo: “Quédate con nosotros, porque es tarde, y ya ha declinado el día”. Y entró para quedarse con ellos. Y estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y les dio. Entonces los ojos de ellos fueron abiertos y lo reconocieron; mas Él desapareció de su vista. Y se dijeron uno a otro: “¿No es verdad que nuestro corazón estaba ardiendo dentro de nosotros, mientras nos hablaba en el camino, mientras nos abría las Escrituras?”. Y levantándose en aquella misma hora, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los demás, los cuales dijeron: “Realmente resucitó el Señor y se ha aparecido a Simón”. Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo se hizo conocer de ellos en la fracción del pan.
Lucas XXIV, 13-35
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)