MARTES DESPUÉS DE LA DOMÍNICA II DE CUARESMA
Simple
(ornamentos morados)
“El Señor es mi luz y mi salud ¿A quién temeré?”.
(Salmos IXXV, 1)
Epístola
En aquellos días: Habló el Señor a Elías Tesbita diciendo: “Levántate y vete a Sarepta, que pertenece a Sidón, y habita allí. He aquí que he mandado allí a una mujer viuda que te sustente”. Se levantó y marchó a Sarepta; y al llegar a la entrada de la ciudad, he aquí que allí estaba una mujer viuda que recogía leña. La llamó y dijo: “Dame, por favor, en un vaso un poco de agua para beber”. Y ella fue a buscarla. La llamó de nuevo y dijo: “Tráeme también, por favor, un bocado de pan en tu mano”. Ella respondió: “Vive el Señor, tu Dios, que no tengo nada cocido, sino tan sólo un puñado de harina en la tinaja, y un poco de aceite en la vasija; y he aquí que estoy recogiendo dos pedacitos de leña para ir a cocer (este resto) para mí y mi hijo, a fin de comerlo, y luego morir”. Elías le dijo: “No temas, anda y haz como has dicho; pero haz de ello primero para mí una pequeña torta, que me traerás acá fuera y después cocerás para ti y tu hijo. Porque así dice el Señor Dios de Israel: La harina en la tinaja no se agotará, ni faltará nada en la vasija de aceite, hasta el día en que el Señor deje caer lluvia sobre la tierra”. Ella fue e hizo como había dicho Elías; y muchos días comieron ella y él y la casa de ella, sin que se agotase en la tinaja la harina ni faltase aceite en la vasija, según la palabra que el Señor había dicho por boca de Elías.
III Reyes XVII, 8-16
Evangelio
En aquel tiempo: Habló Jesús a las muchedumbres y a sus discípulos, y les dijo: “Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. Todo lo que ellos os mandaren, hacedlo, y guardadlo; pero no hagáis como ellos, porque dicen, y no hacen. Atan cargas pesadas e insoportables y las ponen sobre las espaldas de las gentes, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas. Hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; se hacen más anchas las filacterias y más grandes las franjas (de sus mantos); quieren tener los primeros puestos en los banquetes y en las sinagogas, ser saludados en las plazas públicas, y que los hombres los llamen: ‘Rabí’. Vosotros, empero, no os hagáis llamar ‘Rabí’, porque uno solo es para vosotros el Maestro; vosotros sois todos hermanos. Y tampoco llaméis padre a ninguno de vosotros sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni os llaméis director, porque uno solo es vuestro director: Cristo. El mayor entre vosotros sea servidor de todos. Quien se elevare, será abajado; y quien se abajare, será elevado”.
Mateo XXIII, 1-12
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)