SANTOS MARCELINO, PEDRO Y ERASMO
Presbítero, exorcista y obispo; mártires
Simple
(ornamentos rojos)
El reino de los cielos sufre violencia,
y los violentos se apoderan de él.
(Mateo 11, 12)
Epístola
Hermanos: Estimo, pues que esos padecimientos del tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria venidera que ha de manifestarse en nosotros. La creación está aguardando con ardiente anhelo esa manifestación de los hijos de Dios; pues si la creación está sometida a la vanidad, no es de grado, sino por la voluntad de aquel que la sometió; pero con esperanza, porque también la creación misma será libertada de la servidumbre de la corrupción para (participar de) la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Sabemos, en efecto, que ahora la creación entera gime a una, y a una está en dolores de parto. Y no tan sólo ella, sino que asimismo nosotros, los que tenemos las primicias del Espíritu, también gemimos en nuestro interior, aguardando la filiación, la redención de nuestro cuerpo.
Romanos VIII, 18-23
Evangelio
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os turbéis; esto ha de suceder primero, pero no es en seguida el fin”. Entonces les dijo: “Pueblo se levantará contra pueblo, reino contra reino. Habrá grandes terremotos y, en diversos lugares, hambres y pestes; habrá también prodigios aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo esto, os prenderán; os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, os llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre. Esto os servirá para testimonio. Tened, pues, resuelto, en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de hablar en vuestra defensa, porque Yo os daré boca y sabiduría a la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir o contradecir. Seréis entregados aún por padres y hermanos, y parientes y amigos; y harán morir a algunos de entre vosotros, y seréis odiados de todos a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza se perderá. En vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.
Lucas XXI, 9-19