SÁBADO DE LAS TÉMPORAS DE CUARESMA
Simple
(ornamentos morados)
“Vuélvete señor, hacia nosotros,
y sé propicio a tus siervos.”
(Salmos XCIX, 13)
Lección
En aquellos días habló Moisés al pueblo, diciendo: Cuando hubieres dado el diezmo de todos tus frutos, dirás en presencia del Señor, tu Dios: He tomado de mi casa lo que fue santificado, y lo he dado al levita, y al peregrino, y al huérfano, y a la viuda, como me lo has ordenado: no he despreciado tus mandatos, ni me he olvidado de tu imperio. He obedecido la voz del Señor, mi Dios, y lo he ejecutado todo según me lo mandaste. Mira desde tu santuario, y desde la excelsa morada de los cielos, y bendice a Israel, tu pueblo, y la tierra que nos has dado, como se lo juraste a nuestros padres, la tierra que mana leche y miel. Hoy te ordenó el Señor, tu Dios, que ejecutases estos mandatos y juicios, y que los guardases y cumplieses con todo tu corazón, y con toda tu alma. Hoy elegiste al Señor, para que fuese tu Dios y para seguir sus caminos, y para guardar sus ceremonias y sus mandatos y juicios, y para obedecer su imperio. Y el Señor te eligió hoy, para que fueses su pueblo escogido, como te lo dijo, y para que observases todos sus preceptos y para hacerte más excelso que todas las gentes que creó, para alabanza, y renombre, y gloria suya: para que fueses el pueblo santo del Señor, tu Dios, como Él lo dijo.
Isaías LVIII, 9-14
Evangelio
En aquel tiempo: Tomó Jesús a Pedro, y a Santiago, y a Juan, su hermano, y los llevó aparte, a un elevado monte: y se transfiguró ante ellos. Y resplandeció su cara como el sol: y sus vestidos se tornaron blancos como la nieve. Y he aquí que se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él. Y, respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, es bueno estarnos aquí. Si quieres hagamos aquí tres tiendas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías. Aun hablaba él, cuando una nube lúcida les envolvió. Y he aquí una voz de la nube, diciendo: Este es mi amado Hijo, en el que me he complacido bien: oídle a Él. Y, al oírlo los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron mucho. Y se acercó Jesús, y les tocó, y les dijo: Levantaos, y no temáis. Y, alzando sus ojos, no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. Y, al descender ellos del monte, les ordenó Jesús, diciendo: A nadie diréis esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
Marcos VI, 47-56
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)