SAN BASILIO EL GRANDE
Obispo, confesor y doctor de la Iglesia
Doble
(ornamentos blancos)
No tenemos aquí ciudad permanente,
sino que vamos en busca de la que ha de venir.
(Hebreos 13, 14)
Epístola
Hermanos: Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, el cual juzgará a vivos y a muertos, tanto en su aparición como en su reino: predica la Palabra, insta a tiempo y a destiempo, reprende, censura, exhorta con toda longanimidad y doctrina. Porque vendrá el tiempo en que no soportarán más la sana doctrina, antes bien con prurito de oír se amontonarán maestros con arreglo a sus concupiscencias. Apartarán de la verdad el oído, pero se volverán a las fábulas. Por tu parte, sé sobrio en todo, soporta lo adverso, haz obra de evangelista, cumple bien tu ministerio. Porque yo ya estoy a punto de ser derramado como libación, y el tiempo de mi disolución es inminente. He peleado el buen combate, he terminado la carrera, he guardado la fe. En adelante me está reservada la corona de la justicia, que me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día, y no sólo a mí sino a todos los que hayan amado su venida.
II Timoteo IV, 1-8
Evangelio
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: “Si alguno viene a Mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun también a su propia vida, no puede ser discípulo mío. Todo aquel que no lleva su propia cruz y no anda en pos de Mí, no puede ser discípulo mío”. “Porque, ¿quién de entre vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular el gasto y a ver si tiene con qué acabarla? No sea que, después de haber puesto el cimiento, encontrándose incapaz de acabar, todos los que vean esto comiencen a menospreciarlo diciendo: “Este hombre se puso a edificar, y ha sido incapaz de llegar a término”. “¿O qué rey, marchando contra otro rey, no se pone primero a examinar si es capaz, con diez mil hombres, de afrontar al que viene contra él con veinte mil? Y si no lo es, mientras el otro está todavía lejos, le envía una embajada para pedirle la paz. Así, pues, cualquiera que entre vosotros no renuncia a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío”.
Lucas XIV, 26-33
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)