Martirologio romano
En Roma, en el monte Esquilino, la dedicación de la Basílica de Santa María de las Nieves.
En Chalons de Francia, san Memmio, ciudadano romano, que, consagrado obispo de aquella ciudad por san Pedro Apóstol, trajo a la verdad del Evangelio el pueblo que se le había encomendado.
En Roma, el triunfo de veintitrés santos mártires, que, en la persecución de Diocleciano, fueron decapitados en la vía Salaria Vieja, y allí mismo, en la cuesta del Cohombro, sepultados.
En Áscoli del Piceno, san Emigdio, obispo y mártir, el cual, ordenado obispo por el papa san Marcelo y enviado allá a predicar el Evangelio, allí mismo, confesando a Cristo, en tiempo del emperador Diocleciano, recibió la corona del martirio.
En Antioquía, san Eusignio, soldado, que siendo ya de ciento diez años, como echase en cara a Juliano Apóstata la fe de Constantino el Grande, a cuyas órdenes había peleado, y le reprendiese como desertor de la piedad de sus padres, fue, por orden del mismo, decapitado.
Igualmente los santos mártires egipcios Cantidio, Cantidiano y Sobelo.
En Augsburgo de Baviera, el triunfo de santa Afra, mártir, que de gentil se convirtió a Cristo por la enseñanza de san Narciso Obispo, y con toda su familia fue por él bautizada; más tarde, por confesar a Cristo, arrojada a la hoguera, consumó felizmente su martirio, siete días antes que su madre santa Hilaria y tres criadas suyas fuesen con el mismo tormento coronadas.
En Autún, san Casiano, obispo.
En Teano de Campania, san Paris, obispo.
En Inglaterra, san Oswaldo, rey, cuyos hechos conmemora san Beda el Venerable.
En el mismo día, santa Nona, que fue madre de los santos Gregorio Nacianceno, Cesáreo y Gorgonia.
Cerca de Chartres, diócesis de París, san Yon, mártir.
En Bourges, san Bietro, obispo.
En Viviers, san Venancio, obispo, primero de este nombre.
En Hainaut, san Abel, arzobispo de Reims, luego monje en Lobes, cuyo cuerpo se venera en Bins.
En Cambrai, el venerable Thierry, obispo de aquella ciudad, el cual asistió a los concilios séptimo y octavo de París, y al primero de Quercy.
En Paderborno, el bienaventurado Hatemero, primer obispo de aquella ciudad.
En Florencia, el venerable Gero, camaldulense.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S. J.