Martirologio Romano: 29 de abril

Martirologio romano

En Verona, Italia, san Pedro, de la Orden de Predicadores, mártir, que el día 6 de abril fue martirizado por la fe católica.

En Roma, el tránsito de santa Catalina de Siena, virgen, de la tercera Orden de santo Domingo, esclarecida en vida y milagros; a la cual el sumo pontífice Pío II puso en el catálogo de las santas Vírgenes. Su fiesta se celebra el día siguiente.

En Pafos de Chipre, san Tíquico, que fue discípulo del apóstol san Pablo, y a quien el mismo apóstol llama en sus epístolas carísimo hermano, ministro fiel y su consiervo en el Señor.

En Pisare de Toscana, san Torpetes, mártir, que fue primero gran favorito de Nerón y uno de aquellos de quienes el apóstol san Pablo, escribiendo de Roma a los Filipenses, dice: “Os saludan todos los santos, máxime los de la casa del César”. Pero después, por orden de Satélico, le abofetearon por la fe de Cristo, le azotaron cruelmente y le echaron a ser devorado por las fieras, mas no le hicieron daño; por fin, degollado, consumó su martirio.

En Cirta de la Numidia, el triunfo de los santos mártires Agapio y Secundino, obispos, los cuales, después de prolongado destierro en aquella ciudad, cuando en la persecución de Valeriano era mayor la rabia de los Gentiles contra la fe cristiana, llegaron de ilustres sacerdotes a mártires gloriosos. En su compañía padecieron también Emiliano, soldado, Tértula y Antonia, vírgenes consagradas a Dios, y otra mujer con sus dos hijos gemelos.

En el monasterio de Lucerna, en Normandía, san Acardo, obispo de Avranches, que, siendo abad de San Víctor de París, escribió varios tratados de vida espiritual para conducir el alma cristiana a la perfección, falleciendo y siendo enterrado en esa abadía de la Orden Premonstratense, que visitaba a menudo.

En la isla de Corfú, siete santos ladrones, los cuales, convertidos a Cristo por san Jasón, lograron por el martirio la vida sempiterna.

En Nápoles, de la Campania, san Severo, obispo, al que san Ambrosio amó como a un hermano y su Iglesia como a un padre.

En Brescia, san Paulino, obispo y confesor.

En el monasterio de Cluny, en Borgoña (hoy Francia), san Hugo, abad, que gobernó santamente su cenobio durante sesenta y un años, mostrándose entregado a las limosnas y a la oración, mantenedor y promotor de la disciplina monástica, atento a las necesidades de la Iglesia y eximio propagador de la misma.

En el monasterio de Molesme en Francia, san Roberto, primer abad del Cister.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.

 

Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.

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