Martirologio romano
En Hipona de África, el tránsito de san Agustín, obispo, confesor y doctor eximio de la Iglesia, el cual, convertido a la fe católica y bautizado por san Ambrosio, obispo, la defendió después acérrimamente contra los maniqueos y demás herejes, y habiendo prestado otros grandes servicios a la Iglesia de Dios, pasó a recibir los premios del cielo. Sus reliquias fueron primeramente trasladadas por causa de los bárbaros desde su ciudad a Cerdeña, y después, por disposición de Luitprando, rey de los lombardos, a Pavía, y allí honoríficamente depositadas.
En Roma, el triunfo de san Hermes, varón ilustre, el cual, según se lee en las Actas de san Alejandro Papa, primeramente encarcelado, y después, con muchísimos otros, degollado de orden del juez Aureliano, consumó el martirio.
En Venosa de la Pulla, el martirio de san Septimino, san Jenaro y san Félix, hijos de los santos Bonifacio y Tecla, a quienes el juez Valeriano mandó degollar en el imperio de Maximiano. Su fiesta, junto con la de otros nueve hermanos suyos, se celebra el día 1 de septiembre.
En Brioude de Auvernia, el suplicio de san Julián, mártir, que siendo compañero del tribuno San Ferréolo y sirviendo ocultamente a Cristo en traje de militar, en la persecución de Diocleciano fue detenido por los soldados, y cortada la garganta, acabó con horrible muerte.
En Constanza de Germania, san Pelagio, mártir, el cual, siendo emperador Numeriano y juez Evilasio, decapitado recibió la corona del martirio.
En Salerno, san Fortunato, san Cayo y san Antés, mártires, los cuales, en tiempo del emperador Diocleciano y del procónsul Leoncio, fueron degollados.
En Constantinopla, san Alejandro, obispo, glorioso anciano, por cuya oración Arrio, condenado en el juicio divino, reventó por medio y arrojó las entrañas.
En Santonges de Francia, san Viviano, obispo y confesor.
Igualmente, san Moisés, etíope, el cual, trocado de insigne ladrón en insigne anacoreta, convirtió muchos ladrones y los llevó consigo al monasterio.
En Gerona en Cataluña, el martirio de san Narciso.
En Loudun, san Claro, confesor, venerado como mártir.
En Judea, el san Ezequías, rey.
En dicho día, san Vicino, obispo de Sarsina en Italia.
En Umbría, san Facundino, obispo de Tadina.
En Capadocia, san Dámaso, mártir, uno de los llamados taumaturgos por los griegos, de cuya fiesta habla san Basilio en una epístola a los obispos del Ponto.
En Etiopía, san Magdero, abad.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.