Martirologio romano
En Roma, san Evaristo, papa y mártir, que, en el imperio de Adriano, hermoseó la Iglesia de Dios con la púrpura de su sangre.
En África, san Rogaciano, presbítero, y san Felicísimo, mártires; los cuales, en la persecución de Valeriano y Galieno, fueron coronados de un ilustre martirio; de ellos hace mención san Cipriano en su Carta a los confesores.
En Nicomedia, san Luciano, san Florio y compañeros, todos mártires.
En Narbona de Francia, san Rústico, obispo y confesor, que floreció en los tiempos de los emperadores Valentiniano y León.
El mismo día, san Quodvultdeus, obispo de Cartago, quien, habiendo sido puesto con todos sus clérigos por el rey arriano Genserico en unos barcos viejos sin remos ni velas, aportó a Nápoles contra toda esperanza; y viviendo allí en destierro, murió en calidad de confesor.
En Salerno, san Gaudioso, obispo.
En Pavía, san Fulco, obispo.
Igualmente, san Cuadragésimo, subdiácono, que resucitó un muerto.
En Agenois, san Morino, venerado como mártir.
En Angulema, san Aptono, obispo.
En Farmoutier, en Brie, la venerable Gibitruda, virgen.
En Metz san Sigisbaudo, obispo.
Cerca de Roma, la aparición de la Cruz a Constantino.
En Ultonia de Irlanda, san Nasado, confesor.
En el ducado de Northumberland, san Ceda, obispo de los sajones orientales sobre el Támesis.
En Agustald en Inglaterra, san Eato, obispo.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S. J.