Martirologio romano
En Roma, en el monte Celio, los santos mártires Juan y Pablo, hermanos, el primero de los cuales era mayordomo y el segundo secretario de la virgen Constancia, hija del emperador Constantino; y ambos, después, en tiempo de Juliano Apóstata, muertos por la espada, recibieron la palma del martirio.
En Trento, san Vigilio, obispo, el cual, esforzándose por extirpar completamente las reliquias de la idolatría, con una lluvia de piedras que por odio al nombre de Cristo le arrojaron aquellos hombres fieros y bárbaros, consumó el martirio.
En Córdoba de España, san Pelayo, mártir, que a los trece años, por querer conservar su fe en Cristo y su castidad ante las costumbres deshonestas de Abd al-Rahmán III, califa de los musulmanes, consumó su martirio glorioso al ser despedazado con tenazas.
En Nola, de la Campania, san Deodato, obispo, que sucedió a san Paulino de Nola.
En una aldea de Poitiers, san Majencio, presbítero y confesor, esclarecido en milagros.
En Tesalónica, san David, ermitaño, que pasó casi ochenta años recluido en una celda, fuera de los muros de la ciudad.
En España, santa Perseveranda, virgen.
En Valenciennes, en Austrasia, los santos Salvio, obispo, y su discípulo Superio, que llegaron a esta región procedentes de Arvernia, y que fueron asesinados bajo Winegardo, señor del lugar.
En Gubbio en Umbría, san Rodolfo, obispo, que se hizo notar en la predicación y distribuyó con prodigalidad a los pobres todo aquello que consiguió sustraer de los gastos ligados a su persona.
En Belley de Francia, san Antelmo, monje de la Gran Cartuja, que restauró los edificios destruidos por una gran nevada. Elegido prior, convocó el capítulo general, y designado obispo, se distinguió por su aplicación firme y decidida en la corrección de los clérigos y en la reforma de las costumbres.
En Clermon en Auverña, san Ajudou, confesor.
En San Mauro cerca de París, san Babolino, primer abad de dicho lugar.
En San Pedro de Diva, diócesis de Seez, san Vamberto, cura párroco, muerto por los normando venidos de Dinamarca.
En Touirnai en el noviciado de los jesuitas, el recibimiento del cuerpo de santa Depa, virgen y mártir, traído del cementerio de Priscila de Roma.
En Otricoli cerca de Roma, san Benedeto, médico, martirizado bajo el emperador Antonino y el juez Sebastián.
En Roma, el venerable Adeodato, papa.
En dicho día, san Juan Tauroscita, obispo de los godos, echado a un destierro por León Isáurico porque defendía el culto de las santas imágenes.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S. J.