Martirologio romano
La festividad de la bienaventurada Virgen María llamada de la Merced, que con este nombre instituyó la Orden de Redención de Cautivos. Su aparición se menciona el 10 de agosto.
En Brescia, el tránsito de san Anatalón, obispo, que fue discípulo del apóstol san Bernabé, en cuyo lugar fue nombrado obispo de la Iglesia de Milán.
En Pannonia, san Gerardo, obispo de la sede morisena y mártir, llamado apóstol de los húngaros, patricio veneciano; el cual, al dirigirse de la ciudad de Szanad a Alba Real, fue acometido por los infieles, que junto al río Danubio le cubrieron de piedras y le atravesaron con una lanza, y así fue el primero que ilustró su patria con tan noble martirio.
En Autún, el triunfo de los mártires san Andoquio, presbítero, san Tirso, diácono, y san Félix; los cuales, enviados por san Policarpo, obispo de Esmirna, del Oriente, a evangelizar la Galia, fueron allí durísimamente azotados, y colgados por espacio de un día entero con las manos atrás y echados en el fuego donde no se quemaron; finalmente, les quebraron con palos las cervices, y así, mártires, fueron gloriosísimamente coronados.
En Egipto, el triunfo de san Pafnucio y sus compañeros, mártires. Aquél, viviendo en la soledad y oyendo que muchos cristianos eran retenidos en las cárceles, movido del espíritu de Dios, se presentó espontáneamente al prefecto, y profesó libremente la religión cristiana; éste primeramente le cargó de cadenas de hierro y le atormentó por largo tiempo en el potro; luego le envió con otros muchísimos a Diocleciano, por cuya orden fue Pafnucio clavado en una palma y los demás pasados a cuchillo.
En Calcedonia, cuarenta y nueve santos mártires, los cuales, después del martirio de santa Eufemia, fueron por el emperador Diocleciano condenados a las fieras, y no recibiendo milagrosamente daño de ellas, finalmente degollados subieron al cielo.
En Auvernia de Francia, la feliz muerte de san Rústico, obispo y confesor.
En Flay, territorio de Beauvais, san Geremaro, presbítero y abad.
En Sanseverino del Piceno, el tránsito de san Pacífico, sacerdote de la Orden de Menores y confesor, varón de eximia paciencia y esclarecido por su amor a la soledad, a quien el papa Gregorio XVI puso en el catálogo de los Santos.
En Marsella, san Ysarne, abad de San Víctor.
En Gerona, el venerable Dalmace-Moner, de la orden de Santo Domingo, que había sido educado en Montpellier.
En Jerusalén, el anuncio de la concepción de san Juan Bautista, hecho a Zacarías pro el arcángel san Gabriel.
Este mismo día, san Gargilo, mártir.
En Pisaura, san Terencio, mártir, patrono de dicha ciudad.
En Arezzo, santa Antilla, virgen y mártir.
Entre los griegos, san Copro, confesor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.