Martirologio romano
La fiesta de san Rafael Arcángel, cuya dignidad y beneficios se celebran en el sagrado libro de Tobías.
En Venosa de la Pulla, el triunfo de san Félix, obispo africano, san Audacto y san Jenaro, presbíteros, san Fortunato y san Séptimo, lectores; todos mártires, los cuales, en tiempo de Diocleciano y por orden del procurador Magdeliano, fueron por largo tiempo maltratados con cárceles y prisiones en África y Sicilia, y no queriendo Félix de ninguna manera entregar los Libros sagrados, conforme al edicto del mismo emperador, finalmente, degollados, consumaron el martirio.
En Tongres de Bélgica, san Evergislo, obispo de Colonia y mártir, el cual, habiendo ido allá por la solicitud de su oficio pastoral, mientras de noche se dirigía solo a orar en el monasterio de santa María Madre de Dios, traspasado por los ladrones con una saeta, acabó la vida.
En la ciudad de Nagrán, tierra de los homeritas, en Arabia, el suplicio de san Aretas y trescientos cuarenta compañeros, en tiempo del emperador Justino y del tirano judío Dunaán. Después de ellos fue echada a las llamas una mujer cristiana, cuyo hijo de cinco años, que balbuciendo confesaba a Cristo, no pudiendo ni con caricias ni con amenazas ser detenido, se precipitó al fuego donde estaba ardiendo su madre.
En Constantinopla, san Proclo, obispo.
En la isla de Jersey, san Maglorio, obispo, el cual, renunciando el cargo episcopal que por tres años había ejercido con los bretones dispersos en Armórica, construyó en aquella isla un monasterio donde pasó santamente el resto de su vida. Su cuerpo fue trasladado más tarde a París.
En el monasterio de Montefrío, diócesis de Carcasona en Francia, san Antonio María Claret, un tiempo arzobispo de Cuba, fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, preclaro por el celo de las almas y por la mansedumbre; al cual el Sumo Pontífice Pío XII inscribió en el catálogo de los santos.
En el monasterio de Durín en Francia, san Martín, diácono y abad, cuyo cuerpo fue de allí llevado al monasterio de Vertou.
En Campania, san Marcos, solitario, cuyos esclarecidos hechos escribió san Gregorio Papa.
En Boney, diócesis de Toul, san Florentino, confesor.
En Loches en Turena, san Senoquio, abad.
En Normandía, san Fromondo, venerado como mártir en San Lo de Ruán.
En Poitiers, san Marsan, abad.
En Nicomedia, san Papiro y santa Victoria con otros cuatro mártires.
En Tiyoli, san Cleto, confesor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S. J.