Martirologio romano
En Valencia de la España Tarraconense, san Vicente, diácono y mártir, el cual, por sentencia del impiísimo presidente Daciano, habiendo padecido las cárceles y el hambre, el potro y el descoyuntamiento de los miembros, las planchas candentes, las parrillas de fuego y otras suertes de tormentos, voló al cielo a recibir el premio del martirio. Prudencio escribió en elegantes versos este noble triunfo, y san Agustín y san León Papa, lo celebran con grandísimas alabanzas.
En Bethsáloen de Asiría, san Anastasio, monje de Persia, que después de padecer en Cesárea de Palestina, muchísimos tormentos de cárcel, azotes y cadenas, fue luego, de parte de Cosroes, rey de los persas, afligido con muchas penalidades, y, por último, degollado, después de enviar delante al martirio setenta compañeros sumergidos en un río. Su cabeza fue trasladada a Roma a un lugar llamado Aquas Salvias junto con una imagen suya muy venerada, a cuya vista (como atestiguan las actas del segundo Concilio Niceno) huían los demonios y se curaban las enfermedades.
En Embrún de la Galia, los santos Vicente, Oroncio y Víctor, que en la persecución de Diocleciano, fueron coronados del martirio.
En Novara, san Gaudencio, obispo y confesor.
En Sora, santo Domingo, abad, esclarecido en milagros.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.