Martirologio romano
La Visitación de santa María Virgen a Isabel.
En Roma, en la vía Aurelia, el triunfo de los santos mártires Proceso y Martiniano; los cuales bautizados por el apóstol san Pedro en la cárcel Mamertina, y en la persecución de Nerón, deshecha a golpes la boca, distendidos en el potro, azotados con varas y nervios de buey, arrojados a la hoguera, despedazados con escorpiones, y, por último, degollados, fueron coronados del martirio.
En Roma también, el suplicio de tres santos soldados, que, convertidos a Cristo en el martirio del apóstol san Pablo, merecieron ser participantes con él de la gloria celestial.
El mismo día, los santos mártires Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa; todos los cuales, en Campania, cuando era más furiosa la persecución del emperador Diocleciano, fueron coronados del martirio.
En Vínchester de Inglaterra, san Swituno, obispo, cuya santidad resplandece por el don de milagros.
En Bamberg, san Otón, obispo, que predicó el Evangelio a los pomeranos y los convirtió a la fe.
En Lecce de la Apulia, san Bernardino Realino, confesor, que habiendo desempeñado egregiamente el cargo de magistrado, entrando en la Compañía de Jesús y ordenado de sacerdote, resplandeció por su caridad y por sus milagros.
En Tours de Francia, el tránsito de santa Munegunda, mujer de gran religión.
En Brie, san Jerocho, cura de San Pedro de Gilmoutier, cerca de Pomeuse, venerado en Nebay.
En Villanueva de Aviñón, el beato Pedro de Luxemburgo, canónigo de Nuestra Señora de París, luego obispo de Metz, y por último cardenal, célebre por los grandes milagros obrados después de su muerte en el cementerio de San Miguel de Aviñón, delante de su sepulcro, sobre el cual fue edificada una iglesia donada después a los celestinos.
En dicho día, el natalicio de san Eutíquez, mártir.
En el mismo día san Máximo, obispo de Nápoles.
En Bresa, san Sabino y san Cipriano, mártires.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.