Martirologio Romano: 17 de septiembre

Martirologio romano

En el monte Alvernia de Toscana, la conmemoración de la Impresión de las sagradas Llagas, que por singular favor de Dios fueron impresas en las manos, pies y costado de san Francisco, fundador de la Orden de Menores.

En Roma, el tránsito de san Roberto Belarmino, confesor, de la Compañía de Jesús, cardenal y algún tiempo obispo de Capua, esclarecidísimo por la santidad y doctrina, y por los muchísimos trabajos que emprendió en defensa de la fe católica y de la Sede Apostólica; al cual el papa Pío XI concedió los honores de los santos y declaró Doctor de la Iglesia universal, y mandó que su fiesta se celebrase el 13 de mayo.

En Roma, en la vía Tiburtina, el triunfo de san Justino, presbítero y mártir, el cual en la persecución de Valeriano y Galieno, se señaló por su gloriosa confesión. Sepultó los cuerpos de san Sixto II papa, Lorenzo, Hipólito y muchísimos otros santos, y finalmente en tiempo de Claudio, consumó el martirio.

En Roma igualmente, san Narciso y san Crescenciano, mártires.

En Lieja de Bélgica, san Lamberto, obispo de Maastricht, que, por haber reprendido con religioso celo a la familia real, fue sacrificado el inocente por los culpados, y entró a vivir eternamente en el palacio del reino celestial.

En Zaragoza de España, san Pedro de Arbués, primer inquisidor de la fe en el reino de Aragón; el cual, bárbaramente asesinado por los judíos relapsos, en odio de la misma fe, qué por razón de su oficio defendía con fortaleza, fue puesto en el catálogo de los santos mártires por el papa Pío IX.

En la Gran Bretaña, san Sócrates y san Esteban, mártires.

En Noyón de Francia, san Valeriano, san Macrino y san Gordiano, mártires.

En Autún, san Flocelo, niño, que en tiempo del emperador Antonino y del presidente Valeriano, al cabo de muchos tormentos, despedazado por las fieras, consiguió la corona del martirio.

En Córdoba de España, santa Columba, virgen y mártir.

En Frigia, santa Adriana, mártir, que, siendo esclava de una mujer infiel, vejada mucho tiempo por su ama con azotes y otras pesadumbres para que negase a Cristo, fue por fin llevada al juez y desgarrada con extraordinaria crueldad; mas como perseverase en la confesión de la fe, después de cortada la lengua fue arrojada al fuego.

En Milán, la dichosa muerte de san Sátiro, confesor, cuyos señalados méritos refiere su hermano san Ambrosio.

En Bingen, diócesis de Maguncia, santa Hildegarda, virgen.

En Roma, santa Teodora, matrona, que, en la persecución de Diocleciano, servía solícita a los santos mártires.

En Frigia, santa Ariadne, mártir bajo el emperador Adriano.

En las fronteras de la antigua Champaña y de la Lorena, san Roino, monje de Doley, primer abad de Beaulieu en Argona.

En Jerusalén, san Tobías, quinto obispo de aquella ciudad.

En Chipre, san Heráclida, obispo de Tamasa y mártir.

En los confines del Egipto y de la Etiopía, santa Medilama, virgen y mártir.

En Toscana, el bienaventurado Simón, eremita samaldulense.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.

Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.

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