Martirologio romano
La fiesta de los Siete Dolores de la Santísima Virgen María.
En Roma, en la vía Nomentana, el triunfo de san Nicomedes, presbítero y mártir, el cual, como respondiese a los que le obligaban a ofrecer sacrificios: “Yo no sacrifico sino a Dios Omnipotente, que reina en los cielos”, fue por mucho tiempo azotado con plomada, y en aquel tormento pasó al Señor.
En Córdoba de España, san Emilas, diácono, y san Jeremías, mártires, que, en la persecución arábiga, al cabo de larga y dura prisión, finalmente degollados por Cristo, consumaron el martirio.
En territorio de Chalons, san Valeriano, mártir, a quien el presidente Prisco mandó colgar y despedazar cruelmente las carnes con cuñas de hierro, y por último, viéndole firme en la confesión de Cristo y perseverar alegre en las divinas alabanzas, lo hizo pasar a cuchillo.
En Andrinópolis de Tracia, san Máximo, san Teodoro y san Asclepiodoto, mártires, que fueron coronados en tiempo del emperador Maximiano.
Igualmente, san Porfirio, comediante, que recibiendo por burla el Bautismo delante de Juliano Apóstata, se trocó repentinamente por la virtud de Dios, e hizo profesión de cristiano, y al punto, por orden del mismo emperador, al golpe del hacha fue coronado del martirio.
El mismo día, san Nicetas, godo, a quien el rey Atanarico mandó quemar en odio a la fe católica.
En Marcianópolis de Tracia, santa Melitina, mártir, la cual, en tiempo del emperador Antonino, de orden del presidente Antíoco, conducida una y otra vez a los templos de los gentiles, y cayendo siempre los ídolos por tierra, fue colgada y despedazada, y por último decapitada.
En Toul de Francia, san Apro, obispo.
Igualmente, san Leobino, obispo de Chartres.
En Lyon de Francia, san Albino, obispo.
El mismo día, el tránsito de san Aicardo, abad.
En Francia, santa Eutropia, viuda.
En Génova, santa Catalina, viuda, insigne por el desprecio del mundo y la caridad para con Dios.
En Salta, Argentina, el Señor del Milagro.
En el país de Ponthieu, san Riberto, corepíscopo, que fe de las islas británicas a predicar a Flandes y de aquí a un distrito de Normandía.
En Auvernia, san Bravy, abad.
En Etiopía, san Anoreo, confesor.
En el mismo lugar, Santiago el Asceta.
Entre los griegos, san Filoteo, oriundo de la Mírmica.
En Essen en el condado de la Mark, san Alfrido, obispo de Hildesheim, quien asistió al concilio de Pistes en Normandía.
En Cleves, san Lutardo, conde.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S. J.