Martirologio romano
En Franconia, Alemania, San Enrique, emperador de romanos y confesor, que, según la tradición, de acuerdo con su esposa Cunegunda puso gran empeño en reformar la vida de la Iglesia y en propagar la fe en Cristo por toda Europa, donde, movido por un celo misionero, instituyó numerosas sedes episcopales y fundó monasterios.
En Lyon de Francia, el tránsito de san Buenaventura, cardenal y obispo de Albano, confesor y doctor de la Iglesia, de la Orden de Menores, en doctrina y santidad de vida celebérrimo. Su fiesta se celebra el día de ayer.
En Pavía, san Félix, obispo y mártir.
En el Puerto Romano, el triunfo de los santos mártires Eutropio y Zósima y Bonosa, hermanas.
En Cartago, san Catulino, diácono, cuyas alabanzas celebró san Agustín en un sermón al pueblo; y los santos Jenaro, Florencio, Julia y Justa, mártires, que fueron sepultados en la Basílica de Fausto.
En Alejandría, los santos mártires Felipe, Zenón, Narseo y diez niños.
En la isla de Ténedos, san Abudemio, mártir, que padeció en tiempo de Diocleciano.
En Sebaste de Armenia, san Antíoco, médico, que, por orden del presidente Adriano, fue decapitado; y saliendo de la herida leche en vez de sangre, convirtió a Cristo al verdugo, por nombre Ciriaco, y fue también martirizado.
En Nísibe de Mesopotamia, el triunfo de Santiago, obispo de aquella ciudad, varón santísimo, esclarecido en milagros y doctrina. En la persecución de Galerio Maximiano fue uno de los confesores que en el Concilio de Nicea condenaron la impiedad de Arrio, oponiéndole el dogma de la consustancialidad. Por sus oraciones y las del santo obispo Alejandro, el mismo Arrio recibió, en Constantinopla el castigo que merecía su iniquidad, echando fuera las entrañas.
En Nápoles de Campania, san Anastasio, obispo de aquella ciudad, el cual, de parte del impío Servio, sobrino suyo, padeció mucho fue depuesto de su silla, y al cabo, consumido de trabajos, pasó al Señor en Véroli de los Hérnicos, reinando Carlos el Calvo.
En Campo Salentino de la Apulia, san Pompilio María Pirroti, confesor, de la orden de Clérigos Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, insigne por la vida apostólica, a quien el papa Pío XI puso en el número de los santos.
En Palermo, la invención del cuerpo de santa Rosalía, virgen palermitana. que, hallado milagrosamente en tiempo del sumo pontífice Urbano VIII, libertó la Sicilia de la peste el año del Jubileo.
En Champaña, santa Evronia, virgen.
Cerca de Chinón en la Turena, san Juan del Montier, presbítero, natural de Bretaña.
En Angers, san Benito, obispo, del que hay reliquias en San Maurillo.
En Vic, diócesis de Metz, san Bernardo, confesor.
En Sirmich, los santos mártires Agripino, Segundo, Máximo, Fortunato y Marcial.
En Ferden en Sajonia, san Herruc, obispo de aquella ciudad.
En Moscou, san Volodimir, duque.
En Escandinavia, san David, abad, de la orden cluniacense.
En Valencia en España, la bienaventurada Teresa, princesa, cuyo cuerpo se venera en aquella ciudad, en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S. J.