SAN MARCOS
Papa y confesor
Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja,
que un rico entre en el reino de los cielos.
(Mateo 19, 24)
San Marcos ocupó la cátedra de San Pedro sólo ocho meses y veinte días. Edificó dos iglesias, una en el recinto de Roma cerca del Capitolio, otra en la vía Ardeatina. Fue enterrado en el cementerio de Santa Balbina, que habían embellecido por respeto a los mártires que en él descansaban. El papa san Dámaso, en el epitafio en verso que le hizo, alaba su desinterés y su amor por la oración. Murió en el año 336.
MEDITACIÓN SOBRE EL PELIGRO DE LAS RIQUEZAS
I. Con tanta frecuencia nos ha hablado Jesucristo sobre la desgracia de los ricos y los peligros a que está expuesta su salvación, que no es lícita la duda a este respecto. Además, basta su ejemplo por sí solo para convencernos de que la pobreza es el camino más seguro para llegar al Cielo. Él fue pobre, tuvo discípulos pobres, nos recomendó la pobreza; y, sin embargo, nosotros amamos las riquezas. Meditemos lo que nos ha dicho en el Evangelio acerca de esto y amaremos la pobreza, y temblaremos si somos ricos.
II. La razón por la cual es difícil ser rico y santo a la vez es porque las riquezas nos proporcionan los medios para cometer toda clase de pecados; además, de tal modo ocupan nuestro espíritu, que no nos dejan tiempo para pensar en nuestra salvación. En una palabra, la sed de riquezas es la fuente de todos los males como es la ruina de todas las virtudes.
III. ¿Deberán, pues, los ricos desesperar de entrar al cielo? No; pero si desean ir a él, es preciso que empleen sus riquezas según la voluntad de Dios; que no adhieran a ellas su corazón y que piensen seriamente en los tesoros que Dios les ha preparado en el reino de los Cielos. Se salvarán si emplean como es debido los bienes que les ha dado en la tierra y si los confían en manos de los pobres para llevarlos al cielo. Si se ama las riquezas, deberá colocárselas allí donde no pueden perecer (San Juan Crisóstomo).
El desprecio de las riquezas
Orad por los pobres
ORACIÓN
Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con constante protección, por vuestro bienaventurado Sumo Pontífice Marcos, a quien habéis constituido pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez