30 de mayo: SAN FÉLIX I

Meditaciones

SAN FÉLIX I

Papa y mártir

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
(Mateo 5,10)

Para ser felices en este mundo, debemos sufrir siguiendo el ejemplo de san Félix quién, entre otros, combatió por su palabra y sus escritos a los herejes Pablo de Samosata y Manes. Padeció la muerte por el fuego durante la persecución del emperador Aureliano, en el año 274. Él ordenó que se celebrara la misa sobre las tumbas de los mártires.

MEDITACIÓN: EL SECRETO PARA SER FELIZ EN ESTE MUNDO

I. ¿De dónde proviene que encuentras la vida penosa y fastidiosa? Es porque deseas muchas cosas que no puedes tener y porque tienes aversión al estado en el que estás. No quieres ser pobre, estar enfermo o ser despreciado; cuando esto te acaece, caes en la desesperación: quisieras estar siempre sano, ser siempre rico, siempre estimado; si esto te falta estás triste. ¡Ah!, si supieses padecer las pruebas de la vida y no desear lo que no tienes, ¡cuán dichoso serías! Desgraciados ante los ojos de los ignorantes, los santos no pueden ser sino dichosos (Salviano).

II. ¿Acaso no es ser feliz en esta vida tener las promesas de la vida eterna? Los que sufren tienen estas promesas, porque Nuestro Señor les ha asegurado que serán consolados en el cielo; por el contrario, Él condena al rico malo que gozó toda suerte de bienes en este mundo. ¡Dichosos del siglo: cuidado, vuestra dicha es el triste presagio de la desdicha eterna que os espera en la otra vida!

III. Jesucristo ha venido a este mundo a enseñamos el secreto para ser felices, no sólo en la otra vida sino aun en ésta. Para ello, nos ha recomendado el amor a los sufrimientos. Los santos lo han imitado y han vivido muy contentos en medio de las tribulaciones de este mundo. Estás en un error, hermano mío, si quieres regocijarte en el mundo y vivir después con Jesucristo en el cielo (San Jerónimo).

La paciencia
Orad por los afligidos

ORACIÓN

Dios todopoderoso, mira nuestra debilidad y alivia el peso de los pecados que nos abruman y fortalécenos por la gloriosa intercesión de san Félix, vuestro Mártir y Pontífice. Por J. C. N. S. Amén.

Tomado: de Meditaciones del P. Grosez

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