28 de septiembre
San Wenceslao, rey y mártir
(† 936)
El santísimo duque de Bohemia y glorioso mártir de Cristo Wenceslao fue hijo de Wradislao, príncipe cristianísimo, y de Dragomira, gentil y perversa mujer. Perdió Wenceslao a su padre siendo niño, y fue educado por Sudmila su abuela, que era santa matrona. Así lo había dispuesto el padre al morir, temeroso de que la madre pervirtiese al hijo mayor, como pervirtió al menor Boleslao de cuya educación se encargó.
De suerte que Wenceslao imitó las santas costumbres de su abuela y el hermano menor las perversas de su madre. La cual como era tan impía y ambiciosa, contra lo dispuesto en el testamento de su marido, alzóse con el gobierno del estado y comenzó a perseguir la religión.
Con esto Sudmila y los que bien sentían fueron de parecer que en todo caso se encargase Wenceslao del gobierno, como se hizo con rabia y despecho increíble de la madre. Era Wenceslao de lindo y grave aspecto, virgen toda su vida, templado y devotísimo. Visitando de noche las iglesias por nieves y hielos con los pies descalzos, un compañero que le seguía, calzado y bien arropado, se helaba; y poniendo los pies en las huellas que dejaba Wenceslao, cobró calor.
Gobernaba más como padre benigno y santo príncipe que como señor temporal. Para ahorrar la sangre de los suyos, entró en singular batalla con Radislao que se le había rebelado, y al tiempo de acometer, vio Radislao dos ángeles que daban a Wenceslao las armas y diciéndole a él “no le hieras”: y espantado con esto, se apeó y le pidió perdón, y Wenceslao le perdonó.
En otra ocasión presentándose en Alemania al emperador, vio éste que acompañaban a Wenceslao dos ángeles hermosísimos, sirviéndole como de pajes; y levantándose de su trono, se adelantó para recibirle; sentóle a su derecha, concedióle entre otras reliquias el brazo de san Vito, y el título de rey con las armas imperiales, y le hizo otras muchas mercedes.
Era tan devoto del santísimo Sacramento, que por su mano sembraba, cogía, trillaba el trigo y hacía las hostias. Todas estas virtudes eran tósigo que emponzoñaba más y más el corazón de su madre, y para acabar con él, hizo que Boleslao ofreciese un convite a Wenceslao, después del cual se recogió el santo a la iglesia a prepararse para la muerte que Dios le había revelado.
Por instigación de la madre fue Boleslao a la iglesia con gente armada, y allí, con su propia mano, mató a su santo hermano y le hizo mártir de Jesucristo. Dios vengó esta muerte: porque la tierra se tragó a aquella madre inhumana; el impío Boleslao, por sobrenombre el Cruel, vencido del emperador Otón, fue obligado a dar satisfacción al mundo por la muerte de Wenceslao con una pública penitencia y a volver a llamar a los católicos desterrados; y acabó miserablemente su vida en la flor de la edad: y todos los demás reos de aquel crimen tuvieron fin desastroso. En cambio, el Señor ilustró con grandes y repetidos prodigios el sepulcro del santo mártir Wenceslao.
Reflexión: No es maravilla que sean tan reciamente castigados de Dios los perseguidores de sus santos: porque quien persigue y afrenta a los santos, persigue y afrenta a los amigos de Dios: y el Señor considera como hechos a su Majestad los agravios que se hacen a sus fidelísimos siervos. Respetémoslos, pues, y venerémoslos con devoción; pues la honra que les hacemos, la hacemos también a Dios.
Oración: Oh Dios, que por la palma del martirio trasladaste al bienaventurado Wenceslao del principado de la tierra a la gloria del cielo, guárdanos por sus ruegos de toda adversidad y concédenos gozar de su compañía. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)