27 de mayo: SAN BEDA EL VENERABLE

Meditaciones

SAN BEDA EL VENERABLE

Confesor y doctor de la Iglesia

Si alguno me ama, observará mi palabra,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él,
y haremos en él nuestra morada.
(Juan 14, 23)

San Beda, apodado el Venerable, desde la edad de siete años fue confiado a san Benito Biscopio para que él lo educara. Fuera del tiempo del Oficio divino, plúgole siempre estudiar, enseñar o escribir, dedicándose sobre todo a la composición de comentarios sobre las Sagradas Escrituras. El día de su muerte, el niño que le servía de secretario le recordó que aún le faltaba componer una frase para acabar su tratado sobre el Evangelio de San Juan. Dictola el Santo y, terminada su obra, recitando el Gloria Patri expiró. Corría el año 735.

MEDITACIÓN SOBRE TRES CLASES DE LIBROS

I. No leas libros malos, ni siquiera inútiles; éstos hacen perder el tiempo, aquéllos inspiran impiedad o impureza. Quieres aprender de ellos a hablar bien, y aprendes a vivir mal. Muchos libros hay en los que aprenderás la ciencia y el talento unidos a la virtud. ¿No los lees? Un mal libro es un tentador continuo, un demonio doméstico; échalo de tu casa; de lo contrario él echará de ella la virtud.

II. Lee la vida de los santos; al decirte lo que ellos han hecho, te enseñarán lo que tú debes hacer. Te desafío a leer la vida de un santo sin experimentar el deseo de llegar a ser tú mismo un santo. En fin, no dejes pasar ningún día sin hacer alguna lectura espiritual: es el alimento de tu alma. Hablas a Dios en la oración; Él te habla en la lectura espiritual: escúchalo, y pon de inmediato en práctica lo que hayas leído. Que tus lecturas o tus oraciones sean continuas; ora dirígete a Dios, ora escucha su palabra (San Cipriano).

III. Lee a menudo en el libro de tu conciencia. Todos los otros libros serán inútiles si no conoces éste. Estudia tus inclinaciones, tus defectos, conócete a ti mismo. Este libro será abierto el día del juicio; ¿podrás darlo a conocer sin temor? ¡Cuán pocos hay que se conozcan a sí mismos! Mira en el examen de cada día, y en el examen preparatorio a la confesión, las faltas que has cometido; trae a tu memoria los años transcurridos y borra con tus lágrimas los pecados escritos en este libro de tu conciencia, no sea que se lo condene a ser quemado. Levántate contra ti mismo en el tribunal de tu conciencia (San Agustín).

La lectura espiritual
Orad por vuestros enemigos

ORACIÓN

Oh Dios, que ilustráis a vuestra Iglesia por la ciencia del bienaventurado Beda, vuestro confesor y doctor, conceded a vuestros servidores ser siempre ilustrados por sus méritos. Por J. C. N. S. Amén.

Tomado: de Meditaciones del P. Grosez

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