SAN MAGLORIO
Obispo y confesor
Velad sobre vosotros mismos, no sea
que se hagan pesados vuestros corazones
con la glotonería y la embriaguez.
(Lucas 21, 34)
San Maglorio, oriundo del país de Gales y obispo de Dol, en Bretaña, de ordinario alimentábase sólo de pan y legumbres; los miércoles y viernes absteníase de todo alimento. Dejó su episcopado para retirarse a la soledad; pero tantas personas iban a buscarlo allí que estuvo a punto de ocultarse en otra parte, lo que le impidió su obispo. Advertido sobre su muerte, pasó en la iglesia los seis meses que le quedaban de vida, repitiendo sin cesar: No pido más que una cosa al Señor: habitar en su casa todos los días de mi vida. Murió en el año 575 a muy avanzada edad.
MEDITACIÓN SOBRE LA SOBRIEDAD
I. La sobriedad es la muerte de todos los vicios y la vida de todas las virtudes; desapega al espíritu de la materia, fortifica el cuerpo, hace al hombre más apto para la oración. El ayuno, según Tertuliano, es el alimento de la plegaria. ¿Cómo practicas tú esta virtud? ¿No puedes quitar de tus comidas ciertas delicadezas a fin de honrar la amargura de la hiel que se dio a Jesús por ti en la cruz?
II. La glotonería produce efectos opuestos. Produce molicie al cuerpo, enerva el espíritu y nos hace incapaces de elevarnos a Dios por la oración. Por eso, los santos se dedicaron, desde el comienzo de su conversión, a atacar virtuosamente este vicio mediante continuos ayunos. Sabían que si el ayuno no es la perfección de la virtud, es la base y la santificación de todas las virtudes. (San Jerónimo).
III. A fin de desprenderte de la glotonería y adquirir la sobriedad, sabe que es necesaria poca cosa para sostener las fuerzas corporales y que nada hay más contrario a la salud que los excesos de la mesa. Acuérdate del ayuno de Jesucristo; piensa en los rigurosos ayunos que observaron tantos santos. ¡Que!, ¿preciso será que alimentes con tanta delicadeza a este cuerpo que debe ser muy pronto el alimento de los gusanos mientras desprecias a tu alma que es inmortal? Nos alimentamos, engordamos nuestro cuerpo y descuidamos nuestra alma. (San Crisóstomo)
La sobriedad
Orad por la paz
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Maglorio, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez