23 de septiembre
Santa Tecla, virgen y mártir
(† hacia el fin del siglo I)
La esclarecida virgen y protomártir santa Tecla nació de ilustres padres en Iconio de Licaonia. Hallábase en dicha ciudad cuando llegó a ella el apóstol san Pablo a predicar el Evangelio.
A la fama de la nueva doctrina, acudió Tecla a oír las enseñanzas del apóstol, y quedó tan convencida de la verdad de la fe cristiana y tan enamorada de la castidad por las alabanzas que de ella oyó, que desde luego resolvió firmemente consagrar su virginidad a Dios, renunciando al matrimonio que sus padres tenían ya concertado con un joven muy noble y bien apuesto, por nombre Tamiris.
Y no se contentó con entablar ella sola una vida de oración y recogimiento conforme a las prescripciones del santo apóstol; sino que atrajo al mismo género de vida a gran número de doncellas. Bajo la disciplina de Tecla alcanzaron sublime grado de santidad, entre otras, dos matronas llamadas Trifena y Trifosa.
Tanto los padres de Tecla como el joven Tamiris llevaron tan a mal que la santa, por seguir una ley nueva de tanta abnegación y humildad, renunciase a las bodas, que la acusaron ante el juez de que era cristiana.
Mandó este encender una grande hoguera, amenazando a la santa virgen con arrojarla a ella, si no abandonaba su fe; pero Tecla, movida por interior espíritu, hecha la señal de la cruz, se precipitó en medio de las llamas, mostrando estar ella más pronta a padecer aquel tormento que el juez a dárselo. En aquel mismo punto cayó una abundante lluvia, que apagó el fuego, dejando libre y sin lesión a la santa.
Condujéronla entonces a Antioquía, en donde se tentó una y otra vez su invencible constancia: porque, en primer lugar, fue arrojada a las fieras; mas por gracia de su señor y esposo Jesucristo no recibió de ellas daño alguno. Entonces se la ató fuertemente a dos toros, a los cuales se hizo correr en dirección contraria a fin de que dividiesen en dos partes el cuerpo de la santa virgen; pero tampoco alcanzaron los gentiles su malvado intento.
Finalmente la metieron en una hoya llena de serpientes; y ninguna le causó la más leve molestia. Librada milagrosamente de tantos peligros, volvió Tecla, más firme que nunca, a su patria; y abandonando la comunicación y trato con los hombres, se entregó a la contemplación y amor de las cosas celestiales; para lo cual se retiró a la escabrosidad de un monte, y pasó allí sola el largo tiempo que le quedaba de vida, pues llegó a los noventa años de edad.
Fue sepultada en Seleuecia; y en todo el oriente se tuvo a esta santa en gran veneración, viéndose su sepulcro frecuentado de gran concurso de gentes. Visitóle san Gregorio Nazianzeno, y tanto él como otros santos padres ensalzaron las virtudes y santidad de Tecla de palabra y por escrito, honrándola con el renombre de protomártir, por haber sido la primera de las mujeres que por la confesión de la fe cristiana fue condenada al tormento.
Reflexión: Maravíllanse muchos de la invencible fortaleza con que tantas delicadas vírgenes padecieron los más atroces tormentos: mas ¿cómo no habían de animarse al martirio, viendo que su protomártir santa Tecla, revestida de la virtud de Dios, vencía a todos los tiranos y atormentadores y aun salía ilesa de todos los suplicios? Con tal auxilio de la gracia se explica la fortaleza de los mártires, y con tales martirios y prodigios, quedó admirablemente sellada la divinidad de nuestra santa fe católica.
Oración: Oh Dios, por la gloria de cuyo nombre sufrió con fe nunca vencida el gran combate de los tormentos la bienaventurada virgen Tecla, la primera mártir entre las mujeres; concédenos que a imitación suya sepamos despreciar las prosperidades del mundo y no temer ninguna de sus adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)