BEATO BENVENUTO DE RECANATI
Confesor
Éste es mi cuerpo que será entregado por vosotros;
haced esto en memoria mía.
(Lucas, 22, 19)
El bienaventurado Benvenuto entró como hermano lego en los franciscanos de su ciudad natal, y se hizo notar por su piedad y su humildad. Con frecuencia, durante la misa, y especialmente después de haber comulgado, caía en éxtasis. Un día permaneció en este estado y no pudo cumplir su oficio de cocinero: un ángel lo reemplazó. Murió el 5 de mayo de 1289.
MEDITACIÓN SOBRE EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA
I. El adorable sacrificio de la Misa ha sido instituido por Jesucristo para honrar a su Padre. Este sacrificio rinde al Padre celestial el mayor honor que Él pueda recibir, porque en él un Dios es la víctima. En segundo lugar, este Sacrificio ha sido instituido para utilidad de los hombres. ¿Cómo podría Dios rehusarnos lo que le pedimos por los méritos del Cuerpo adorable de Jesús inmolado todos los días en nuestros altares? Sus divinas llagas intercederán en favor nuestro. Cuando Cristo es ofrecido en el altar, clama a su Padre mostrándole sus heridas (San Lorenzo Justiniano).
II. Para oír con más devoción la Santa Misa, recuerda que Jesús ha ordenado a los sacerdotes que la celebraran en memoria de su Pasión, que es fielmente representada en todas las partes de este santo Sacrificio. ¡Ah!, ¿cómo asistes a este Sacrificio? ¿No estás allí como estaban los verdugos en el Calvario, para crucificar nuevamente a Jesucristo por tus inmodestias e impiedades?
III. Puedes dividir la Misa en cuatro partes. En la primera, piensa en tus pecados que han sido la causa de la muerte de Jesucristo y pide perdón por ellos a Dios. En la segunda, piensa en la Pasión de Jesús. En la tercera, excita en ti un vivo deseo de recibir la Santa Eucaristía y haz, en el momento de la comunión del sacerdote, tu comunión espiritual, mediante actos de fe, de deseo y de amor. En fin, en la cuarta, agradece a Jesús los favores que te ha hecho y ofrécete a Él.
La piadosa asistencia a Misa
Orad por los sacerdotes
ORACIÓN
Señor, que nos regocijáis por medio de la fiesta anual del bienaventurado Benvenuto, vuestro confesor, concedednos que, celebrando su nacimiento al cielo, imitemos también sus acciones. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez