18 de septiembre: Santo Tomás de Villanueva

Santo Tomás de Villanueva
Santo Tomás de Villanueva

18 de septiembre

Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia

(† 1555)

El clarísimo arzobispo de Valencia, y suavísimo padre de los pobres, santo Tomás de Villanueva nació en Fuen Llana, lugar pequeño de la Mancha, y se crio en Villanueva de los Infantes, a tres leguas de dicho lugar, y de él tomó el sobrenombre de Villanueva.

Eran sus padres inclinados a hacer limosna, y de ellos aprendió el santo niño esta virtud, dando a los pobres cuanto podía haber a las manos, frutas, legumbres, pan, huevos, y aun su propio sustento y vestido, pues algunas veces volvió casi desnudo a su casa por haber cubierto con su vestido algún niño desnudo.

Nunca ocultó la verdad con mentiras harto comunes en los niños. Las primeras palabras que aprendió fueron los nombres de Jesús y María; por su devoción a la Madre de Dios le llamaban el hijo de la Virgen.

Enviáronle sus padres a Alcalá y fue admitido en el colegio mayor de san Ildefonso, y explicó después con grande loa filosofía y teología en aquella universidad. Por esta sazón murió su padre, y él repartió todos sus bienes a los pobres, y tomó el sagrado hábito de los ermitaños de san Agustín, en el año 1518, y en el mismo día en que el desventurado Lutero le había dejado.

Hecha su profesión, enseñó teología en el convento de Salamanca, y predicó con admirable y divina unción en Burgos y Valladolid, donde toda la corte concurrió a oírle con el emperador Carlos V, el cual no quería perder ninguno de sus sermones. Hízole su teólogo y predicador, y jamás le negó merced que le pidiese.

Habiendo el emperador condenado a muerte a ciertos caballeros, reos de lesa majestad, intercedieron por ellos los grandes de España, el almirante, el condestable, el arzobispo de Toledo, y hasta su mismo hijo el príncipe don Felipe: estuvo inexorable con todos el emperador, pero no pudo resistir a la súplica que le hizo nuestro santo, y revocó la sentencia.

También le rindió a su voluntad en la renuncia que hizo del arzobispado de Granada, mas no pudo renunciar el arzobispado de Valencia, porque los superiores le mandaron que le admitiese, bajo pena de excomunión.

No mudó en la dignidad hábito ni costumbres; socorría cada día a cuatrocientos pobres, y el Señor multiplicó muchas veces en sus manos la limosna. Predicaba todos los días, y decían de él que bastaba verle para convertirse: y con ser tan resplandeciente lumbrera de la Iglesia, nunca cesó de pedir al papa que le quitase la dignidad de arzobispo, mas a los once años de su pontificado, oyó una voz del Señor que le dijo: “Tomás, ten buen ánimo: el día de la Natividad de mi Madre recibirás la recompensa de tus trabajos”. Y siendo de edad de sesenta y siete años, recibidos con gran devoción los Sacramentos de la Iglesia, y habiendo mandado repartir lo poco que le quedaba a los pobres, murió en lecho prestado. Treinta y tres años después se halló entero su santo cuerpo.

Reflexión: Los funerales del santo fueron magníficos y honrados con los clamores y lágrimas de más de ocho mil quinientos pobres, que lloraban la muerte de su padre y no podían consolarse. ¡Oh! ¡si hubiera en los pechos cristianos ese espíritu de caridad, que es el primer mandamiento de la ley de Cristo! ¿Qué más fuera menester para que el santo Evangelio de nuestro Señor crucificado por amor de los hombres, resplandeciese e imperase en el mundo como la mayor ley, la mayor moral y la prenda segura de toda felicidad temporal y eterna?

Oración: Oh Dios, que adornaste al bienaventurado pontífice Tomás de Villanueva con una insigne caridad para los pobres; rogámoste que por su intercesión derrames copiosamente las riquezas de tu misericordia sobre todos los que te invocan. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)

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