18 de octubre
San Lucas, evangelista
(† 86)
El gloriosísimo evangelista san Lucas fue natural de la ciudad de Antioquía, e hijo de padres gentiles. En las letras griegas y elocuencia puso mucho cuidado, y más particularmente en la medicina, la cual ejercitó, pues san Pablo le llamó “Médico carísimo”. También aprendió el arte de pintar, no por oficio, sino como es de creer, para ocuparse en ello algunos ratos y pasar el tiempo honestamente.
Fue compañero de San Pablo en sus trabajos y peregrinaciones, y escribió el Evangelio tal cual el apóstol solía predicarlo: y así como san Mateo lo había escrito en hebreo para los judíos, san Lucas lo escribió en griego para los gentiles.
Pero no solamente se valió para ello de las instrucciones de san Pablo, sino también de los otros apóstoles y especialmente de la sacratísima virgen María, nuestra Señora, con la cual parece que tuvo mucha familiaridad, y de la cual fue muy favorecido. Supo de ella los sagrados y ocultos misterios de la encarnación del Verbo eterno en sus entrañas, la visitación de santa Isabel, la santificación de san Juan Bautista en el vientre de su madre, el nacimiento del Señor en Belén, su circuncisión y la presentación en el templo, con todos los otros misterios que sólo san Lucas escribe en su Evangelio, y sola la que era Madre y había sido testigo y tanta parte en ellos los sabía y se los podía descubrir.
Además del sagrado Evangelio escribió san Lucas otro libro que se llama “Los Hechos Apostólicos”, en el cual comenzando de la venida del Espíritu Santo, escribe la predicación de los apóstoles, los milagros que hicieron, las contradicciones que tuvieron de los judíos, las costumbres con que los cristianos de la primitiva Iglesia vivían, la muerte de san Esteban, la conversión de san Pablo, cómo Herodes mandó degollar a Santiago el Mayor y prender al mismo san Pablo y el Señor le libró; y cómo fue compañero de este santo apóstol.
Va contando su peregrinación, sus trabajos y persecuciones, de las cuales no pequeña parte le cupo al sagrado Evangelista, hasta que llegaron a Roma, donde estuvo dos años preso el apóstol, y allí pone fin y remata su libro. Dice san Epifanio que después de la muerte de los gloriosos príncipes de la Iglesia san Pedro y san Pablo, san Lucas anunció a Jesucristo con admirable fruto en Italia, en las Galias, en Dalmacia y en Macedonia, y los griegos aseguran que también predicó la fe en Egipto, en la Tebaida y en la Libia, donde derribó ídolos, y levantó altares al verdadero Dios.
Afirma san Jerónimo que murió de edad de ochenta y cuatro años y que fue virgen toda la vida. No se duda que murió en Acaya, y que su sagrado cuerpo fue trasladado a Constantinopla, siendo emperador Constantino, y más tarde a Pavía donde es venerado, aunque la cabeza se reverencia en Roma en la iglesia de san Pedro.
Reflexión: Entre las cosas memorables y dignas de veneración que hizo el bienaventurado san Lucas, una fue pintar las imágenes de Cristo nuestro Señor y la sacratísima Virgen su Madre. La de la Virgen hoy día está en Roma en la Basílica de Santa María la Mayor: ha sido siempre tenida en grande estima y reverencia con gran devoción; y el Señor ha obrado muchos milagros por ella. Que no falte una imagen de María en la alcoba de la familia cristiana, pues esta soberana Señora derramará sus bendiciones sobre las casas donde sea venerada su efigie.
Oración: Suplicámoste, Señor, que interceda por nosotros tu evangelista san Lucas, el cual llevó siempre en su cuerpo la mortificación de la cruz por la gloria de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén,
(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)