17 de octubre: Santa Eduvigis

Santa Eduvigis
Santa Eduvigis

Santa Eduvigis, duquesa de Polonia, viuda

(† 1243)

Santa Eduvigis fue hija del príncipe Bertoldo, duque de Carintia, marqués de Moravia y conde del Tirol. Siendo aún niña dispusieron sus padres que se educase en el monasterio de Benedictinas de Lutzing, donde tenía todas sus delicias en pasar largas horas de oración delante de una imagen de la santísima Virgen.

Nunca la deslumbró el resplandor de su nobleza, y si hubiese podido resistirse a la voluntad de sus padres, jamás hubiera tomado otro esposo que a Jesucristo. Pero quiso el Señor que la santa fuese un ilustre modelo de perfección en el estado del santo matrimonio; y a la temprana edad de solo doce años la casaron con el príncipe Enrique, duque de Silesia y de Polonia.

Su primer cuidado fue estudiar el genio y las inclinaciones del duque su marido para complacerle y ganarle el corazón: y logrólo con tan buen suceso, que fue uno de los más cristianos y virtuosos príncipes de Alemania.

Tuvo de él tres hijos y tres hijas, a los cuales crio ella por sí misma con tal acierto, que fueron más tarde la gloria de varias cortes de Europa. Hicieron después los dos esposos voto de perfecta continencia en manos del obispo, y desde aquel día entablaron una vida de mayor santidad y perfección.

La santa daba de comer en su palacio a gran número de huérfanos y pobres, y persuadió al duque su marido que fundase el célebre monasterio de Trebnitz, gobernado por las religiosas del Císter, donde eran recibidas cuantas viudas y doncellas deseaban consagrarse a Dios.

Eran asperísimas las penitencias que hacía la santa, y andaba los pies descalzos por el hielo dejando en él huellas ensangrentadas. Habiendo entrado Conrado, duque de Kirne, en las tierras del duque de Polonia, dióle éste una batalla en la cual quedó herido y prisionero: y como se resistiese Conrado a ponerle en libertad a pesar de las razonables condiciones que se le propusieron, determinó la santa presentarse en la corte del enemigo. Al verla Conrado en su presenciarse llenó de un respetuoso terror y le concedió todo lo que pedía.

Murió poco después el virtuoso duque y su santa esposa le vio espirar con ojos enjutos, diciendo: “Todos debemos recibir con humilde rendimiento, en vida y en muerte las amorosas disposiciones de Dios”. Favorecióla nuestro Señor con el don de milagros y de profecía; predijo el día de su muerte mucho antes de su última enfermedad; y después de haber vivido por espacio de cuarenta años con grandes rigores, recibidos los santos sacramentos dio su alma al Creador. Veinticinco años después de su muerte fue hallado su sagrado cadáver consumidas todas las carnes, menos los tres dedos de la mano izquierda con que tenía asida una imagen de la santísima Virgen, que toda la vida había llevado consigo.

Reflexión: ¿Quién hallará una mujer fuerte como dice el Sabio en los Proverbios? Tal será sólo aquella que, a imitación de santa Eduvigis, sea verdaderamente virtuosa, y que ponga todas sus aficiones, no en las galas, modas y otras vanidades por el estilo, sino en cumplir exactamente con las obligaciones de su estado, en vivir bien con su marido, en conservar la unión y la paz en la familia, cuidar el buen orden de su casa y educar cristianamente a sus hijos.

Oración: ¡Oh Dios! que enseñaste a la bienaventurada Eduvigis a renunciar de todo corazón a las pompas del mundo, por seguir con humildad el camino de tu cruz; concédenos por sus méritos que aprendamos, a ejemplo suyo a menospreciar las perecederas delicias de este siglo y a vencer por tu amor todas las adversidades de esta vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)

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