SAN EDMUNDO
Obispo y confesor
El reino de Dios está en vuestro interior.
(Lucas 17, 21)
San Edmundo tuvo una piadosa madre y amó a la Santísima Virgen desde muy tierna edad; diole él un anillo como prenda de su fidelidad. Sabiendo que san Juan Evangelista gozaba de predilección ante María y Jesús, lo invocaba todos los días. Brillante escolar, en Oxford primero y después en París, siempre llevaba un cilicio. Decía a menudo: Amaría a mis enemigos aun cuando me arrancaran los brazos y los ojos, y, hablando del pecado: Si viese el infierno de un lado y el pecado del otro, antes elegiría el infierno. Consagrado arzobispo de Cantorbery, en 1234, defendió con firmeza los derechos y los bienes de la Iglesia contra Enrique III. Murió en 1240.
MEDITACIÓN SOBRE CÓMO REGULAR LO INTERIOR
I. Toda la perfección del cristiano consiste en regular bien el interior. La virtud está en el alma y no en el cuerpo; de tal modo nadie podría constreñirnos a cometer el mal, teniendo en cuenta que no podría forzar nuestra voluntad. ¿Cómo usamos de nuestra libertad? ¿Somos dueños de nosotros mismos? ¿No tomamos pretexto de nuestros empleos, de las ocasiones a que nos encontramos expuestos, para excusar nuestras faltas? Podemos ser santos aun en medio de los impíos.
II. ¿Qué cuidado tienes de tu alma? ¿Cuánto tiempo consagras cada día a tu salvación? Interroga a tu conciencia. ¿No te responde que sacrificas tu alma a tu cuerpo, haciendo todo por él y nada, o casi nada, por ella? Piensa cada día, durante algunos momentos, en lo que debes y puedes hacer por la salvación de tu alma.
III. De todas tus ocupaciones, no hay ninguna más útil que el cuidado de tu salvación, puesto que se trata de una eternidad bienaventurada; ninguna tampoco más fácil, puesto que todo depende de ti. No está en tu poder adquirir una gran fortuna, ser un sabio distinguido, tener ingenio, o salud, pero no depende sino de ti ser santo. Haz lo que puedas y Dios te dará todas las gracias necesarias. Rompe las ligaduras de las ocupaciones vanas, cuya ininterrumpida sucesión nos quita toda libertad (San Euquerio).
La devoción a la Santísima Virgen
Orad por los servidores de María
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Edmundo, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez