14 de diciembre: San Espiridión

San Espiridión
San Espiridión

14 de diciembre

San Espiridión, obispo

(† siglo IV)

El santo obispo y confesor de Cristo san Espiridión nació en la isla de Chipre, en la segunda mitad del siglo III, y fue hijo de padres cristianos. Pasó los primeros años de su vida en el monte, hecho pastor del ganado de su padre, con lo cual se crio en grande simplicidad e inocencia de costumbres, ocupado en admirar las maravillas y perfecciones del Creador en sus criaturas.

Llegó a extenderse por toda la isla la fama del santo pastor Espiridión; de tal suerte que fue uno de aquellos confesores a quienes Maximino, creado con Severo, y gran perseguidor de los cristianos, mandó sacar el ojo derecho, cortar el nervio y desjarretar la pierna izquierda, y lo condenó a trabajar en las minas.

Holgose el santo confesor de haber sido hallado digno de padecer por el nombre de Jesús; y permaneció en su destierro y pesadísimo trabajo durante algunos años, hasta que con la muerte del perseguidor cesó el destierro y pudo volver a Chipre y gozar de la paz que dio a la santa Iglesia el gran Constantino.

Ejercitose de nuevo en su oficio de pastor, esparciendo más puros rayos de santidad y edificación después de su confesión; hasta que habiendo fallecido el obispo de Tremitunte, en la isla de Chipre, el pueblo y el clero a una voz aclamaron por su sucesor a Espiridión.

Resistiose el humilde pastor, alegando su incapacidad, pero inútilmente: y después de recibidas las sagradas órdenes, fue consagrado obispo. Convocose el concilio de Nicea, en que fue condenado Arrio, siendo Espiridión uno de los prelados que allí, en número de trescientos diez y ocho, se reunieron.

No faltaron algunos filósofos gentiles deseosos de ver aquella sagrada junta, y aquel como teatro de sabiduría y majestad; y entre ellos había uno de sutil ingenio y gran disputador, a quien los Padres más doctos e ilustrados jamás pudieron convencer.

Pidió Espiridión licencia para disputar con él; y le propuso con pocas y sencillas palabras la suma de lo que la fe cristiana cree y predica de la Trinidad y de la redención del hombre por Cristo; y después le dijo: “Filósofo, esto es lo que los cristianos creemos: tú ¿qué crees?” Quedó asombrado el gentil, y, como fuera de sí, respondió: “Yo creo lo que tú crees, y lo tengo por verdad”, añadiendo, que cuando se le quiso convencer con razones, con razones había él respondido; mas cuando la virtud de Dios le había hablado por boca de su siervo, no pudo resistir: y se hizo cristiano.

También asistió al concilio sardicense y defendió contra los mismos arríanos la fe católica. Finalmente, habiendo corrido la carrera de su peregrinación, ilustre por sus virtudes y por la gloria de sus milagros, dio su bienaventurado espíritu al Señor, que para tanta gloria suya lo había creado.

Reflexión: ¿Quién no admira el poder de la gracia, que convierte hasta a los más rudos y sencillos pastorcillos en tan grandes santos? Ella se abre paso a través de todos los obstáculos si cuenta con la cooperación del hombre: y de ahí esa variedad tan asombrosa de santos de todas condiciones, sexos y edades de la Iglesia de Dios. Dichoso tú si, a ejemplo del santo obispo Espiridión, te vales para santificarte de tus mismas ocupaciones. Ofrécelas a Dios cada día por la mañana: levanta durante ellas a menudo tu corazón, y con eso no más, será tu vida una serie no interrumpida de actos de virtud.

Oración: Concédenos, Señor todopoderoso, en la augusta solemnidad de tu bienaventurado confesor y pontífice Espiridión, nuevo aumento de devoción y de salud. Por Jesucristo Señor nuestro. Amén.

 

(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)

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