1 de octubre: SAN REMIGIO

Meditaciones

SAN REMIGIO

Obispo y confesor

Conforme a la santidad del que os llamó,
sed también vosotros santos en todo vuestro proceder.
(1 Pedro 1, 15)

San Remigio, el gran apóstol de Francia, fue ilustre por la ciencia, la elocuencia, la santidad y los milagros que jalonaron sus largos setenta años de episcopado. Elegido por santa Clotilde para instruir religiosamente al rey Clodoveo, su esposo, que había decidido abrazar el cristianismo, tuvo el santo obispo el consuelo de bautizarlo, con dos de sus hermanas, tres mil guerreros y muchas mujeres y niños. Destruyó los ídolos e hizo edificar iglesias. Murió hacia el año 533, casi nonagenario.

MEDITACIÓN SOBRE LA SANTIDAD RESUMIDA EN TRES PALABRAS

I. La santidad puede resumirse en tres palabras: abstenerse, sufrir, emprender. Abstente de las cosas ilícitas y peligrosas, y a menudo aun de las permitidas. Prívate de los placeres de esta vida y gozarás de los del cielo. No hay gozo más dulce, aun en esta vida, que privarse de un placer por amor de Dios. Señor, ¿cómo podría entregarme al placer viéndoos clavado en una cruz? ¡Existe un infierno para los voluptuosos y me abandono yo a las delicias!

II. Hemos de sufrir ataques de la concupiscencia, del mundo y del demonio. Hemos de sufrir insultos de nuestros enemigos y perfidias de quienes consideramos amigos. En fin, seas quien fueres, te desafío a que me cites tan siquiera un día de tu vida en que no hayas sufrido. Reflexiónalo bien. El mundo es incapaz de satisfacer nuestros deseos y la inquietud incesante de nuestra alma en el seno mismo de la abundancia es una prueba de que sólo Dios puede colmarla. Considera el estado de vida que te plazca, no hay descanso ni en el más oscuro ni en el más brillante (San Euquerio).

III. Gran obra es nuestra santificación; es menester, para llevarla a cabo, trabajar seriamente por adquirir las virtudes cristianas. ¿Podrías acaso decir que posees alguna de ellas? No te desalientes, sin embargo: para ser santo, basta quererlo. Examina qué te impide serlo y verás que no son sino bagatelas, como aquéllas de que habla san Agustín: Estaba retenido por las frivolidades y las vanidades más miserables.

El deseo de la santidad
Orad por vuestros jefes

ORACIÓN

Haced, oh Dios omnipotente, que la piadosa solemnidad de san Remigio, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de nuestra salvación. Por J. C. N. S. Amén.

Tomado: de Meditaciones del P. Grosez

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