Martirologio Romano: 24 de abril

Martirologio romano

En Jerusalén, conmemoración de las santas mujeres María de Cleofás y Salomé, que, junto con María Magdalena, muy de mañana del día de Pascua se dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su cuerpo y recibieron el primer anuncio de la Resurrección.

En Lyon, en la Galia, san Alejandro, mártir, que tres días después de la pasión de san Epipodio fue sacado de la cárcel, azotado y clavado en una cruz hasta expirar.

El mismo día los santos Eusebio, Neón, Leoncio, Longinos y otros cuatro, que después de crueles tormentos fueron degollados en la persecución de Diocleciano.

En Nicomedia, en Bitinia, san Antimo, obispo, y compañeros, mártires en la persecución bajo el emperador Diocleciano. Antimio, por confesar a Cristo, recibió la gloria del martirio al ser decapitado, y de la multitud de sus compañeros, unos fueron degollados, otros quemados vivos, otros abandonados en alta mar sobre naves, según dispuso el juez.

En Illiberis (o Elvira, hoy Granada), en la Hispania Bética, san Gregorio, obispo, cuyo libro Sobre la Fe fue alabado por san Jerónimo.

En las cercanías de Blois, en la Galia Lugdunense, san Deodato, diácono y abad, que después de llevar vida anacorética, reunió discípulos a los que presidió.

En Canterbury, en Inglaterra, san Melito, obispo, que, siendo abad, fue enviado por el papa san Gregorio I Magno a Inglaterra, donde fue ordenado obispo de los sajones orientales por san Agustín,

En Mercia, Inglaterra san Ivo, obispo.

En York, en Northumbria, san Wilfrido, obispo, que, después de trabajar con todo esmero, fue obligado a abandonar su sede y murió entre los monjes de Ripon, de quienes fue abad durante un tiempo.

En la isla de Iona, en Escocia, san Egberto, presbítero y monje, que se preocupó en la evangelización de varias zonas de Europa y convenció, ya anciano, a los monjes de Iona para que aceptasen el cómputo romano del día de Pascua, entrando a celebrar la eterna fiesta al término de la misa de la solemnidad pascual.

En Reims, las santas vírgenes Beuva y Doda.

En Mortain, en Normandía, san Guillermo Firmato, eremita, que antes había sido canónigo y médico en Tours, pero después de una peregrinación a Jerusalén, se retiró a la soledad hasta su muerte. Nació en Tours.

En Sevis, de Suiza, san Fidel de Sigmaringa, presbítero y mártir, el cual, habiendo sido enviado a predicar la fe en aquella tierra, fue muerto por los herejes. El papa Benedicto XIV lo colocó en el catálogo de los santos mártires.

En Roma, san Sabas, capitán de una compañía de soldados, el cual, siendo acusado de que visitaba a los cristianos en las cárceles, confesó el nombre de Jesucristo delante del juez, por cuyo mandato le quemaron con hachas encendidas y le metieron en una caldera llena de pez hirviendo, de la que salió sano y salvo. Por último, se le arrojó en un río, donde consumó el martirio.

En Anjou, en Francia, santa María Eufrasia Pelletier, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas del Buen Pastor, para acoger piadosamente a las mujeres de vida ligera, llamadas Magdalenas.

En Dinan, en Francia, san Benito Menni, presbítero de la Orden de San Juan de Dios, fundador de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.

 

Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.

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