Santo Evangelio del Día: 16 de marzo

Lunes III de Cuaresma

LUNES DESPUÉS DE LA DOMÍNICA III DE CUARESMA

Simple
(ornamentos morados)

“En Dios me gloriaré de lo que he hablado, en el Señor
me gloriaré de lo que he prometido, en Dios esperaré,
ni temeré lo que me pueda hacer el hombre”.
(Salmos LV, 11)

 

Lección

Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un gran personaje ante su señor, y hombre de gran prestigio; pues por su medio el Señor había salvado a Siria. Pero este hombre tan valiente era leproso. Ahora bien, habían salido de Siria guerrilleros que trajeron cautiva de la tierra de Israel a una jovencita, que fue puesta al servicio de la mujer de Naamán. Dijo ella a su señora: “¡Oh, si mi amo pudiera presentarse al profeta que hay en Samaría!, él le sanaría de la lepra”. Fue, pues (Naamán) y avisó a su señor, diciendo: “Esto y esto ha dicho la muchacha de tierra de Israel”. Dijo entonces el rey de Siria: “Anda, pues, que yo enviaré una carta al rey de Israel”. Y partió él, llevando consigo diez talentos de plata y seis mil siclos de oro y diez vestidos nuevos. Llevó también la carta para el rey de Israel, la cual decía: “Cuando llegare a ti esta carta, sabrás que te he enviado a Naamán, mi servidor, para que le sanes de su lepra”. Como el rey de Israel leyese la carta, rasgó sus vestidos y dijo: “¿Soy yo acaso Dios, para dar la muerte o la vida? Pues éste me manda sanar a un hombre de su lepra. Reparad y veréis que busca solamente pretextos contra mí”. Cuando Eliseo, el varón de Dios, supo que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: “¿Por qué has rasgado tus vestidos? ¡Que venga (ese hombre) a mí, y sabrá que hay profeta en Israel!”. Vino Naamán con sus caballos y su carroza y se paró a la puerta de la casa de Eliseo. Eliseo le envió un mensajero, que le dijese: “Ve y lávate siete veces en el Jordán, y recobrarás tu carne y quedarás limpio”. Naamán se fue enojado y dijo: “Yo pensaba que por lo menos saldría y, puesto de pie, invocaría el nombre del Señor, su Dios, y pasaría su mano sobre el lugar (de la llaga) para curar la lepra. Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría yo lavarme en ellos y quedar limpio?”. Y volviendo su rostro se fue, lleno de ira. Pero se acercaron sus siervos, y hablaron con él, diciendo: “Padre mío, si el profeta te hubiera mandado hacer algo difícil, ¿no lo habrías hecho? ¿Cuánto más ahora que te dice: Lávate y quedarás limpio?”. Bajó, y se bañó siete veces en el Jordán, conforme a la orden del varón de Dios, y se volvió su carne como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio. Después regresó con toda su comitiva al varón de Dios, entró, y presentándose delante de él dijo: “Ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra sino sólo en Israel. Acepta, pues, te ruego, un presente de parte de tu siervo”.

IV Reyes V, 1-15

Evangelio

En aquel tiempo: Dijo Jesús a los fariseos: “Sin duda me aplicaréis aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm, hazlo aquí también, en tu pueblo”. Y dijo: “En verdad, os digo, ningún profeta es acogido en su tierra. En verdad, os digo: había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo quedó cerrado durante tres años y seis meses, y hubo hambre grande en toda la tierra; mas a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. Y había muchos leprosos en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fue curado, sino Naamán el sirio”. Al oír esto, se llenaron todos de cólera allí en la sinagoga; se levantaron, y, echándolo fuera de la ciudad, lo llevaron hasta la cima del monte, sobre la cual estaba edificada su ciudad, para despeñarlo. Pero Él pasó por en medio de ellos y se fue.

Lucas IV, 23-30

Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)

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