Santo Evangelio del Día: 6 de marzo

Miércoles de Ceniza

MIÉRCOLES DE CENIZA

Simple
(ornamentos morados)

“De todos te apiadas, oh Señor, y nada aborreces
de cuanto has hecho: disimulas los pecados de los
hombres si se arrepienten, los perdonas”
(Sabiduría XI, 24-25)

 

Epístola

Esto dice el Señor: Convertíos a Mí de todo vuestro corazón; con ayuno, con llanto y plañido. Rasgad vuestros corazones, y no vuestros vestidos, y volveos al Señor, vuestro Dios; porque Él es benigno y misericordioso, tardo para airarse y de mucha clemencia, y le duele el mal. ¿Quién sabe si volviéndose no se arrepentirá, y dejará tras sí bendición, ofrenda y libación para el Señor, vuestro Dios? Tocad la trompeta en Sión, promulgad un ayuno, convocad una solemne asamblea. Congregad al pueblo, convocad a junta; reunid a los ancianos, juntad a los párvulos y los niños de pecho; salga de su cámara el joven esposo, y de su tálamo la esposa. Entre el pórtico y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: “¡Apiádate, Señor, de tu pueblo, y no abandones al oprobio la herencia tuya, entregándolos al dominio de los gentiles! Por qué ha de decirse entre las naciones: ¿Dónde está su Dios?” Perdón y prosperidad el Señor ardiendo en celos por su tierra, se ha compadecido de su pueblo; y respondiendo dice el Señor a su pueblo: Mirad, Yo os enviaré trigo, vino y aceite, y os saciaréis con ello; y no os haré ya más objeto de oprobio entre las naciones.

Joel II, 12-19

Evangelio

En aquel tiempo: Dijo a Jesús a sus discípulos: Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que fingen un rostro escuálido para que las gentes noten que ellos ayunan; en verdad, os digo, ya tienen su paga. Mas tú, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, a fin de que tu ayuno sea visto, no de las gentes, sino de tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará”. “No os amontonéis tesoros en la tierra, donde polilla y herrumbre (los) destruyen, y donde los ladrones horadan los muros y roban. Amontonaos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni herrumbre destruyen, y donde ladrones no horadan ni roban. Porque allí donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón”.

Mateo VI, 16-21

Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)

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