SÁBADO IN ALBIS
Semidoble de primera clase
(ornamentos blancos)
“Todos los que en Cristo habéis sido bautizados,
os habéis revestido de Jesucristo”.
(Gálatas III, 27)
Epístola
Carísimos: Deponed, pues, toda malicia y todo engaño, las hipocresías, las envidias y toda suerte de detracciones, y, como niños recién nacidos, sed ávidos de la leche espiritual no adulterada, para crecer por ella en la salvación, si es que habéis experimentado que el Señor es bueno. Arrimándoos a Él, como a piedra viva, reprobada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, también vosotros, cual piedras vivas, edificaos (sobre Él) como casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. Por lo cual se halla esto en la Escritura: “He aquí que pongo en Sión una piedra angular escogida y preciosa; y el que en ella cree nunca será confundido”. Preciosa para vosotros los que creéis; mas para los que no creen, “la piedra que rechazaron los constructores ésa misma ha venido a ser cabeza de ángulo” y “roca de tropiezo y piedra de escándalo”; para aquellos que tropiezan por no creer a la Palabra, a lo cual en realidad están destinados. Pero vosotros sois un “linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo conquistado, para que anunciéis las grandezas de Aquel que de las tinieblas os ha llamado a su admirable luz”; a los en un tiempo (llamados) “no pueblo”, ahora (se les llama) pueblo de Dios; a los (llamados) “no más misericordia”, ahora “objeto de la misericordia”.
I Pedro II, 1-10
Evangelio
En aquel tiempo: El primer día de la semana, de madrugada, siendo todavía oscuro, María Magdalena llegó al sepulcro; y vio quitada la losa sepulcral. Corrió, entonces, a encontrar a Simón Pedro, y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto”. Salió, pues, Pedro y también el otro discípulo, y se fueron al sepulcro. Corrían ambos, pero el otro discípulo corrió más a prisa que Pedro y llegó primero al sepulcro. E, inclinándose, vio las fajas puestas allí, pero no entró. Llegó luego Simón Pedro, que le seguía, entró en el sepulcro y vio las fajas puestas allí, y el sudario, que había estado sobre su cabeza, puesto no con las fajas, sino en lugar aparte, enrollado. Entonces, entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, y vio, y creyó. Porque todavía no habían entendido la Escritura, de cómo Él debía resucitar de entre los muertos.
Juan XX, 1-9
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)