JUEVES DENTRO DE LA OCTAVA DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
Feria mayor
(ornamentos blancos)
En verdad, os digo, ninguno de entre los hijos de mujer
ha sido mayor que Juan Bautista.
(Mateo 11, 11)
Epístola
Oídme islas, prestad atención, pueblos lejanos: Yahvé me llamó desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre se acordó de mi nombre. Él hizo mi boca cual espada afilada, me escondió, bajo la sombra de su mano me convirtió en saeta aguda, dentro de su aljaba me tenía guardado. Y me dijo: “Tú eres mi siervo, oh, Israel, en ti me glorificaré”. Ahora dice el Señor, el que desde el seno materno me formó para siervo suyo, para conducir a Jacob nuevamente a Él, y para reunir con Él a Israel —pues soy glorioso a los ojos del Señor, y mi Dios es mi fuerza—. Así dice: “Poca cosa es que tú me sirvas para restaurar las tribus de Jacob, y convertir a los sobrevivientes de Israel; por lo cual te pondré por luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los términos de la tierra”. Así dice el Señor, el Redentor de Israel y su Santo, al despreciado entre los hombres, al abominado de las gentes, al esclavo de los tiranos: “Reyes verán y se levantarán; príncipes, y se postrarán en honor del Señor, que es fiel, por amor del Santo de Israel, que te ha escogido”.
Isaías XLIX, 1-3, 5, 6, 7
Evangelio
En aquel tiempo: Y a Isabel le llegó el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo. Al oír los vecinos y los parientes la gran misericordia que con ella había usado el Señor, se regocijaron con ella. Y, al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y querían darle el nombre de su padre: Zacarías. Entonces la madre dijo: “No, su nombre ha de ser Juan”. Le dijeron: “Pero nadie hay en tu parentela que lleve ese nombre”. Preguntaron, pues, por señas, al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Y todos quedaron admirados. Y al punto le fue abierta la boca y lengua, y se puso a hablar y a bendecir a Dios. Y sobrecogió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se hablaba de todas estas cosas; y todos los que las oían las grababan en sus corazones, diciendo: “¿Qué será este niño?”, pues la mano del Señor estaba con él. Y Zacarías su padre fue colmado del Espíritu Santo y profetizó así: “Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo”.
Lucas I, 57-68
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)