SAN ATANASIO
Obispo, confesor y doctor de la Iglesia
Doble
ornamentos blancos)
Dichosos seréis cuando los hombres
por mi causa os maldijeren, y os persiguieren, y
dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros.
(Mateo 5, 11)
Epístola
Hermanos: No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús, pues Dios que dijo: “Brille la luz desde las tinieblas” es quien resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo. Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. De todas maneras atribulados, mas no abatidos; sumergidos en apuros, mas no desalentados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no destruidos, siempre llevamos por doquiera en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros, los que (realmente) vivimos, somos siempre entregados a la muerte por causa de Jesús, para que de igual modo la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal. De manera que en nosotros obra la muerte, mas en vosotros la vida. Pero, teniendo el mismo espíritu de fe, según está escrito: “Creí, y por esto hablé”; también nosotros creemos, y por esto hablamos; sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos pondrá en su presencia con vosotros.
II Corintios IV. 5-14
Evangelio
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando os persiguieren en una ciudad, huid a otra. En verdad, os digo, no acabaréis (de predicar en) las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre”. “El discípulo no es mejor que su maestro, ni el siervo mejor que su amo. Basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo ser como su amo. Si al dueño de casa llamaron Beelzebul, ¿cuánto más a los de su casa? No los temáis. Nada hay oculto que no deba ser descubierto, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que os digo en las tinieblas, repetidlo en pleno día; lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, y que no pueden matar el alma; mas temed a aquel que puede perder alma y cuerpo en la gehena.
Mateo X, 23-28
Visto en: Santo Evangelio del Día (https://santoevangeliodia.blogspot.com/)