Martirologio romano
En Roma, san Pío X, papa y confesor, cuyo tránsito se conmemora el 20 de agosto.
También en Roma, santa Serapia, virgen y mártir, la cual, habiendo sido entregada bajo el emperador Adriano a dos jóvenes desenfrenados que no pudieron recabar nada de ella, y no habiendo sido lastimada por las teas encendidas que le aplicaron, fue apaleada de orden del juez Berilo, y por último decapitada. Padeció el martirio el 29 de julio, y santa Sabina, mártir, la enterró en su sepultura, junto al área de Vindiciano. Pero la conmemoración de su martirio es celebrada este día en que el sarcófago de ambas fue establecido y adornado, consagrándole para que sirviese dignamente de oratorio.
En Corinto, el triunfo de santa Febe, de quien hace mención el apóstol san Pablo escribiendo a los romanos.
En Capua, los mártires san Aristeo, obispo, y san Antonino, niño.
El mismo día, el triunfo de san Aigulfo, abad de Lerins, y sus compañeros monjes, todos mártires, los cuales, después de cortadas las lenguas y, sacados los ojos, fueron degollados.
También san Zenón y san Caritón, mártires, de los cuales el uno fue arrojado en una caldera de plomo derretido y el otro a las llamas de un horno.
En Córdoba de España, san Sándalo, mártir.
En Aquilea, las vírgenes y mártires santa Eufemia, santa Dorotea, santa Tecla y santa Erasma, las cuales, siendo emperador Nerón y presidente Sebasto, al cabo de muchos suplicios, fueron degolladas y sepultadas por san Hermágoras.
En Nicomedia, el suplicio de santa Basilisa, virgen y mártir, que siendo de nueve años, en la persecución del emperador Diocleciano, y presidiendo Alejandro, superó por virtud divina los azotes, el fuego y las fieras a que fue condenada, convirtió a la fe de Cristo al mismo presidente, y por fin, fuera de la ciudad, puesta en oración, entregó el alma a Dios.
En Toul de Francia, san Mansueto, obispo y confesor.
En Milán, la dichosa muerte de san Auxano, obispo.
El mismo día, san Simeón Estilita, el Joven.
En Roma también, la exaltación al Sumo Pontificado del incomparable varón san Gregorio Magno, que, obligado a tomar sobre sí aquella carga, desde más elevado trono ilustró el orbe con mayores resplandores de santidad.
En Nonnant de Normandía, san Godegrando, obispo de Seez, hermano de santa Oportuna.
En el monte Titán, en la Romania, el fallecimiento de san Marino, confesor.
En Siria, san Aristo, obispo y confesor, en tiempo de Constancio.
En Como, san Martiniano, obispo.
En Palestina, el venerable Teoctisto, abad del monasterio de San Eutimio.
En Etiopía, san Oronte, san Raurava, san Saúl y san Save.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.