Martirologio romano
San Bartolomé, apóstol, quien predico el Evangelio en las Indias. Habiendo pasado de allí a la Armenia mayor y convertido muchas gentes a la fe, fue desollado vivo por los bárbaros, consumando su martirio con la decapitación mandada por el rey Astiages. Su santo cuerpo fue primero llevado a la isla de Lipari, luego a Benevento, por último, fue trasladado a Roma en la isla del Tíber, donde es piadosamente venerado por los fieles.
En Lima del Perú, el tránsito de santa Rosa de santa María, virgen, de la tercera Orden de santo Domingo. Su fiesta se celebra el 30 de agosto.
En Nepi, san Tolomeo, obispo, que fue discípulo de san Pedro Apóstol, y enviado por él a predicar el Evangelio a Toscana, acabó en aquella ciudad glorioso mártir de Cristo.
En el mismo día, san Eutiquio, que fue discípulo de san Juan Evangelista, y después de sufrir, por la predicación del Evangelio en muchas regiones, cárceles, azotes y el fuego, descansó finalmente en paz.
En Nepi, san Román, obispo de la misma ciudad, el cual, siendo discípulo de san Tolomeo, fue también su compañero en el suplicio,
En Cartago, trescientos santos mártires en tiempo de Valeriano y Galieno. Estos magnánimos mártires, entre otros suplicios, como el presidente mandase encender una caldera, y presentar ante él brasas con incienso, y les dijese: «Una de dos: u ofrecéis sobre esos carbones incienso a Júpiter, o se os arroja en la cal»; ellos, armados de fe y confesando a Cristo Hijo de Dios, se arrojaron con suma ligereza en el fuego, y entre los vapores de la cal se convirtieron en polvo, por lo que este hermoso ejército de santos mereció el nombre de Masa Cándida.
En Isauria, san Tación, mártir, que, en la persecución de Diocleciano, por orden del presidente Urbano, muerto con la espada, recibió la corona del martirio.
Igualmente, san Jorge de Limnio, monje, que, por haber reprendido al impío emperador León, porque destruía las sagradas imágenes y quemaba las reliquias de los santos, cortadas de orden de él las manos y quemada la cabeza, mártir pasó al Señor.
En Ostia Tiberina, santa Áurea, virgen y mártir, la cual, atada al cuello una piedra, fue sumergida en el mar. Su cuerpo, arrojado a la playa, fue por san Nonno sepultado.
En Rúan, san Vano, obispo y confesor.
En Nevers de Francia, san Patricio, abad.
En Clermont en Auvernia santa Suporina.
En las inmediaciones de Nuis cerca de Colonia, san Sandraz, abad.
En San Huberto de los Ardenes, el bienaventurado Thierry, abad de Lobes.
En Maqueronte en Palestina, el encarcelamiento de san Juan Bautista.
En Zaragoza de Aragón, santa Engracia, virgen y mártir.
En Nicomedia, el tránsito de san Arsacio, solitario.
En Etiopía, san Vetuquis, confesor.
En Cantorbia, san Breguino, obispo.
En Nápoles de Campania, santa Antida Thouret, virgen, fundadora del Instituto de Hermanas de la Caridad; a la cual el Papa Pío XI puso en el catálogo de las santas Vírgenes.
En Marsella de Francia, santa Emilia de Vialar, virgen, fundadora del Instituto de Hermanas de San José de la Aparición, insigne por la fortaleza, paciencia y caridad; a la cual el Sumo Pontífice Pío XII puso en el número de las Santas.
En Valencia de España, el nacimiento de santa María Micaela, virgen, fundadora de la Congregación de Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, inflamada en ansias de padecer y en deseo de ganar almas para Dios; a la cual el Papa Pío XI puso en el número de las santas vírgenes.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.