Martirologio romano
En Nola, ciudad de Campania, el nacimiento para el cielo de san Paulino, obispo y confesor, el cual, de nobilísimo y opulentísimo que era, se hizo pobre y humilde por Cristo, y no quedándole más, se vendió a sí mismo por esclavo, para rescatar al hijo de una viuda que los vándalos, devastada Campania, habían llevado cautivo a África. Floreció, no sólo por su ciencia y gran santidad de vida, sino por su poder contra los demonios. Los santos Ambrosio, Jerónimo, Agustín y Gregorio Papa le celebran en sus escritos con grandes encomios. Su cuerpo, trasladado primero a Benevento y de allí a Roma, fue devuelto a Nola por mandato del papa Pío X.
En Londres de Inglaterra, san Juan Fischer, obispo Rogense y cardenal; el cual, por la fe católica y por el Primado del Romano Pontífice, de orden de Enrique VIII fue degollado.
En el monte Ararat, el triunfo de diez mil santos mártires, que fueron crucificados.
En Verulam de Inglaterra, san Albano, mártir, el cual, en tiempo de Diocleciano, cambiando los vestidos con un clérigo que tenía hospedado en su casa y de quien había sido instruido en la fe cristiana, se entregó a sí mismo en vez de él; por lo cual, después de los azotes y otros crueles tormentos, fue decapitado. Padeció juntamente con él uno de los soldados que le conducían al suplicio, y en el camino convertido a Cristo, fue al punto degollado, y así mereció ser bautizado con su propia sangre. Este noble y prolongado combate de san Albano y su compañero por la honra de Dios fue descrito por san Beda el Venerable.
En Samaria de Palestina, mil cuatrocientos ochenta santos mártires, que siendo Cosróes rey de los persas, fueron muertos por la fe de Cristo.
En el mismo día, san Nicetas, obispo de la ciudad de Aquileia, esclarecido en doctrina y santas costumbres.
En Nápoles de Campania, san Juan, obispo, a quien san Paulino, obispo de Nola, llamó al reino celestial.
En el monasterio Cluniacense, en Francia, el tránsito de santa Consorcia, virgen.
En Roma, san Inocencio V, papa, de la orden de Predicadores, confesor, que trabajó con suavidad y prudencia para defender la libertad de la Iglesia y la concordia de los Cristianos. Su culto lo aprobó y confirmó el sumo pontífice León XIII.
Asimismo, en Roma, la traslación de san Flavio Clemente, varón consular y mártir, que fue hermano de santa Plautila y tío materno de santa Flavia Domitila, virgen y mártir; al cual hizo matar, por la fe de Cristo, el emperador Domiciano, que había ejercido con él el consulado. Su cuerpo, hallado en la basílica de san Clemente Papa, fue allí mismo con solemne pompa sepultado.
En la isla de Cesambra cerca de San Malo, san Aarón, abad.
En Crepin en el Hainaut entre Valencienes y San Guilein, san Domiciano, solitario.
En el Maine cerca de San Calais, santa Seranta, virgen, de la que hay una hermosa iglesia en una villa de su nombre.
En Metz, santa Preza, venerada en la abadía de San Clemente, donde están sus reliquias.
En Andrés, diócesis de Boloña en la Picardía, santa Rodrua, virgen.
En Verona, san Biage, obispo, cuyo cuerpo está en San Esteban.
En este mismo día, santa Exuperancia, cuyas reliquias se veneran en Como.
En Salzburgo, san Everardo, arzobispo de la misma ciudad.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.
Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y de Año Cristiano de Juan Croisset, S. J.