Martirologio romano
En Escitópolis de Palestina, san Severiano, obispo y mártir, que, oponiéndose acérrimamente a los eutiquianos, fue muerto al filo de la espada.
En Sicilia, el triunfo de setenta y nueve santos mártires, que, imperando Diocleciano, por diversos tormentos, merecieron recibir la corona de su confesión.
En Bravante de Bélgica, san Pipino de Landen, confesor, duque de Bravante.
En Adrumeto de África, los santos mártires Vérulo, Secundino, Siricio, Félix, Sérvulo, Saturnino, Fortunato y otros dieciséis, los cuales, en la persecución de los vándalos, por la confesión de la fe católica fueron coronados del martirio.
En Damasco, san Pedro Mavimeno, el cual, por haber dicho a unos árabes que le visitaron estando enfermo: “Todo el que no abraza la fe cristiana católica se condena, como también se condenó vuestro falso profeta Mahoma”, fue muerto por ellos.
En Ravena, san Maximiano, obispo y confesor.
En Metz de Francia, san Félix, obispo.
En Brescia, san Paterio, obispo.
En Londres, beato mártir Roberto Southwell, presbítero de la Compañía de Jesús, quién bajo la persecución protestante fue denunciado, encarcelado y torturado en numerosas ocasiones, para finalmente ser colgado en la horca y alcanzar así la palma del martirio, su cuerpo fue arrastrado y descuartizado.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Alabado y glorificado sea Dios eternamente.