Martirologio Romano: 20 de agosto

Martirologio romano

En el territorio de Langres, el tránsito de san Bernardo, primer abad de Claraval, glorioso en santidad, doctrina y milagros, a quien el Sumo Pontífice Pío VIII declaró Doctor de la Iglesia universal.

En Alba de Pannonia, san Esteban, rey, que con las divinas virtudes fue el primero que convirtió a los húngaros a la fe de Jesucristo.

En Roma, el tránsito de san Pío X, papa y confesor, defensor invicto de la integridad de la fe y de la libertad eclesiástica, e insigne por el celo de la religión; cuya fiesta se celebra el 3 de septiembre.

Junto al monte Senario, en Etruria, el tránsito de san Manetes, confesor, uno de los siete fundadores de la Orden de Siervos de la Bienaventurada Virgen María, el cual, cantándole himnos, expiró. Su fiesta, junto con la de sus compañeros, se celebra el 12 de febrero.

En Judea, san Samuel, profeta, cuyos sagrados huesos, según escribe san Jerónimo, trasladó Arcadio Augusto a Constantinopla y los colocó junto al Hebdomo.

En Chipre, san Lucio, senador, el cual, vista la constancia en el martirio de Teodoro, Obispo de Cirene, se convirtió a la fe de Cristo y trajo también a la misma al presidente Digniano, con quien partió a Chipre; allí, viendo a otros cristianos ser coronados por la confesión del Señor, se presentó espontáneamente al tirano, y cortada la cabeza mereció la misma corona.

En Tracia, treinta y siete santos mártires, los cuales, de orden del presidente Apeliano, después de cortados los pies y manos por la fe de Cristo, fueron arrojados en un horno encendido.

Allí mismo, san Severo, mártir, y san Memnón, centurión y mártir, los cuales, muertos con el mismo género de martirio, subieron vencedores al cielo.

En Córdoba de España, san Leovigildo y san Cristóbal, monjes, los cuales, por la defensa de la fe cristiana, durante la persecución de los árabes, encerrados en una cárcel, y después decapitados y arrojados al fuego, consiguieron la palma del martirio.

En la isla de Noirmoutier, san Filiberto, abad.

En Roma, san Porfirio, varón de Dios, que instruyó a san Agapito, mártir, en la fe y en la doctrina de Cristo.

En Chinón de Francia, san Máximo, confesor, discípulo de san Martín, Obispo.

En Saintes, san Sironio, mártir.

En Quercy, san Amador, confesor.

En la diócesis de Usez, san Veredemo, solitario.

En Mans, san Chadoino, obispo.

En Alejandría, san Dióscoro, mártir.

En Lucania, san Valentiniano, mártir.

En Aquileya, san Leoncio y san Carpóforo, médicos árabes.

 

Tomado de Cristo ¿Vuelve o no Vuelve? (https://vuelvecristo.blogspot.com/) y Año Cristiano de Juan Croisset, S.J.

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