9 de noviembre
La Dedicación de la Iglesia del Salvador
(año 324)
Como la primitiva Iglesia de Jesucristo fue tan perseguida de los tiranos, que apenas podían los fieles alzar cabeza, y salir al público y profesar seguramente su religión, érales necesario celebrar el santo sacrificio de la misa en casas particulares, o en cementerios de los mártires, o en cuevas debajo de la tierra.
Y aunque tuvieron iglesias, eran muy pocas: y los emperadores, enemigos de Jesucristo, en sus edictos, y el pueblo pagano con su furor, se las quemaban, asolaban y destruían; hasta que, queriendo el Señor dar paz a su Iglesia, convirtió milagrosamente al emperador Constantino: el cual quedó tan trocado en el corazón, que en agradecimiento de tan gran merced, como Dios le había hecho, no solamente dio licencia para que se le edificasen templos por todos sus dominios, en los cuales Cristo fuese glorificado, sino que él mismo en su imperial palacio laterano, que era magnificentísimo, mandó labrar un templo suntuoso a nuestro Salvador, templo que también se llama San Juan de Letrán, por las dos capillas que se erigieron en el bautisterio; una de san Juan Bautista, y otra de san Juan Evangelista.
Este templo enriqueció el emperador de grandes dones y vasos riquísimos de oro y plata, y lo adornó con imperial magnificencia; y en una pared de él se apareció una imagen que representaba muy al vivo al Salvador.
Consagró esta iglesia el papa Silvestre: y fue la primera que se consagró entre cristianos. En ella puso el altar en que el apóstol san Pedro decía misa, que era de madera, en forma de un arca hueca; y mandó que solos los romanos pontífices celebrasen misa en él; y que los demás la dijesen sobre altar de piedra, y consagrada.
Finalmente, en memoria de este tan grande beneficio del Señor, ordenó que todos los años se celebrase la dedicación de este templo. La ceremonia anual de la consagración del templo era observada religiosamente por el pueblo de Dios en la ley antigua; y no menos lo ha sido por los cristianos, en la nueva ley. Y es muy conveniente que la dedicación del templo del Salvador, se celebre en toda la universal Iglesia; porque, como dice san Pedro Damián: “La iglesia de san Juan de Letrán, así como tiene nombre del Salvador, que es cabeza de todos los escogidos, así es madre, cabeza y corona de todas las iglesias que hay en el mundo: es la cumbre de toda la religión cristiana, y en cierta manera, Iglesia de las iglesias y sancta sanctorum”.
Reflexión: “Algunos, dice san Juan Crisóstomo, se excusan fríamente de venir a la iglesia, diciendo que también pueden orar en su casa; pero engáñanse y están en grande error; porque aunque es verdad que al hombre le es lícito orar en su casa, pero no es posible que ore tan bien en ella, como en la iglesia, donde están otros que le afervorizan con su ejemplo, y le ayudan con sus oraciones a alcanzar la gracia divina: donde están presentes los ángeles, y el mismo rey de los ángeles en el santo Sacramento: y la misma consagración o bendición de la iglesia, que nos convida a orar, y da fuerza a nuestra oración para que suba al cielo”.
Oración: Oh Dios, que cada año nos renuevas el día de la consagración de este tu templo, y nos conservas para asistir a estos sagrados misterios; oye benigno las oraciones de tu pueblo, y concede a todos los que entran en este templo, los beneficios que te pide. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)